Se supone que los niños deben dar ternura y no miedo, pero hay pequeños que aterran porque están entre nosotros sin estar vivos. No, no se trata de que asusten manifestándose en sueños o recuerdos, sino por su presencia visible en forma de espectros. O por lo menos eso es lo que se cuenta acerca de un espíritu como el del fantasma del panteón de San Isidro, cuya alma en pena es el de una nena a la que ningún conductor quisiera ver al caer la noche.

El fantasma del panteón de San Isidro

Habitantes de Azcapotzalco, de las colonias Petrolera y San Pedro Xalpa, taxistas y conductores que conocen la zona, han perpetuado la leyenda de una niña que se levanta de su tumba para salir del cementerio en la medianoche y colocarse a mitad de la avenida Manuel Salazar, ubicada a un costado del panteón, famoso porque allí se le da sepultura a bebés e infantes menores de 12 años.

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Algunos dicen que se llama Nany, un nombre que ha ido de boca en boca entre quienes cuentan su historia desde hace más de tres décadas . ¿Cuál? La más conocida por la gente describe que ella tenía ocho años de edad y murió allí en un accidente automovilístico por culpa de su papá, un hombre que conducía en estado de ebriedad y se estampó contra un camión. 

Nany fue enterrada por su familia, pero regresa al sitio donde pereció en el choque para hacer que borrachos al volante pierdan el control al verla y sufran las consecuencias de manejar con altas dosis de alcohol encima. Lleva a cabo ese “ritual”, según, como una manera de vengarse del padre.

Pero hay otra versión del fantasma del panteón de San Isidro que se escucha poco, sin embargo, se narra por nuevas generaciones. Que no es Nany, sino Verónica, una niña que yace sepultada justo en la tumba que está detrás del muro del cementerio donde suelen estrellarse los autos. ¿Y a ella qué le pasó? Murió atropellada en la avenida.

Verónica se aparece en ese perímetro porque sale a buscar a sus papás todas las noches, horario en que pereció por la demora de ser atendida por los servicios de emergencia y sin tiempo de despedirse de sus progenitores, quienes además dejaron de visitarla porque tuvieron otra hija y preferían olvidar el dolor de la primogénita difunta para enfocarse en la viva.

Por eso es que Verónica se para en la avenida Manuel Salazar. Unos comentan que es para esperar que un coche le pase encima y así pueda tener la oportunidad de decir adiós a sus padres para descansar en paz. Otros dicen que es para llamar la atención de papá y mamá, recordándoles así el rincón preciso donde se halla su tumba y vayan a verla.

Sea Nany o sea Verónica, los conductores que llegan a ver al fantasma del panteón de San Isidro dan el volantazo y sufren aparatosos accidentes automovilísticos que incluso provocan su muerte. 

Por angelicales que parecen ser, hay niños que provocan el paro cardíaco por los sustos que dan, y el cine ha dado muchos ejemplos. ¿Recuerdas a algunos que te causaran pesadillas?