¿Qué se siente? ¿Cómo se ve la CDMX desde la cabina? ¿Es seguro? Nos lanzamos a dar un viaje en la Línea 2 del Cablebús para contarte todo sobre este nuevo transporte chilango.

El oriente de la CDMX ya le dio el remojón al Cablebús, que va de Constitución de 1917 a Santa Martha. Aunque el primer día había largas filas y aglomeraciones en las estaciones, este lunes 9 de agosto la cosa estuvo más tranquila.

No importa en qué parte de la ciudad vivas, un rol por este innovador transporte es algo que todo chilango debería experimentar, pues no solo vale la pena el paisaje, sino porque son pocas las ciudades del mundo que pueden presumir un teleférico como este.

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Básicos para dar un viaje en la Línea 2 del Cablebús

Si te vas a animar a dar el rol o lo vas a utilizar para llegar a la chamba, estos son los básicos que debes tomar en cuenta antes de poner un pie en las cabinas.

Olvídate de los boletos: la Tarjeta de Movilidad Integrada (sí, la misma que usas en el Metro) es la única opción para ingresar. No hay taquillas, solo máquinas de recarga y, ojo, porque no dan cambio.

Si tienes que adquirir una tarjeta, debes pagar 22 pesos, lo que incluye el costo del plástico y un viaje en la Línea 2 del Cablebús.

Rapidito y de brinquito: subirte a una cabina pondrá a prueba tu equilibrio, pues nunca se detienen por completo, únicamente bajan la velocidad dentro de la estación para que los usuarios puedan abordarlas. Pero hay que reconocer que sí te pone un poco nervioso, al menos la primera vez.

En el caso de personas con problemas de movilidad, que vayan en silla de ruedas, o personas de la tercera edad, los auxiliares de cada estación dan la indicación para bajar la velocidad a dos metros por segundo.

Y a todo esto, ¿cómo funciona?: A diferencia de otros transportes, acá no hay un chofer ni conductor.

El cable es el que se mueve a través de unos neumáticos, por lo que cada unidad va fija. De ahí que no puedan detenerse por completo, a menos de que haya un corte de corriente.

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¡A volar…digo, a viajar!: la sensación de subirte al Cablebús es similar a lo que sientes en un juego mecánico.

Ojo, tampoco es que te subas a una montaña rusa, sino que hay leves movimientos que se sienten más que otros, sobre todo cuando ingresas y sales de las estaciones.

Eso sí, consideramos que no es apto para quienes le tienen miedo a las alturas.

El paisaje chilango: sin duda lo mejor de este transporte es el paisaje de la ciudad. Desde la típica azotea con triques hasta los cerros y edificios a lo lejos, acompañados de la nata de contaminación.

Ahora si que este paisaje no lo tiene ni el edificio más alto de la CDMX.

Foto: Cuartoscuro

¿Qué tan seguro es?: el Cablebús tiene diferentes protocolos de seguridad para eventos como puede ser una tormenta, un sismo o por si se va la luz.

Algo que seguramente te llamará la atención es que en cada estación, los auxiliares están al tanto de la distribución de pasajeros en cada cabina y puede ser que te pidan que te recorras o cambies de lugar para equilibrar el peso.

Además, cada cabina tiene cámaras de vigilancia y un botón de emergencia, que al presionarlo te conecta con el puesto de control.

¿Y los transbordos, apá?: En todas las estaciones es posible cambiar de dirección (por si te quedas dormido y te pasas de estación); sin embargo, en la estación Xalpa es obligatorio que todos los pasajeros cambien de cabina, pues es una estación de transbordo, es decir, que las cabinas cambian de dirección.

Cosas chidas del Cablebús

Es un transporte silencioso. Si a caso escucharás los ladridos de los perros y la bocina del fierro viejo.

Otra cosa chida es que puedes llevar tu bicla todos los días. Solo tienes que esperar a que te indiquen en qué cabina puedes subir.

Además, cada cabina tiene wifi gratis. ¿Qué más puedes pedir? Ya solo falta que te avientes a dar un viaje en la Línea 2 del Cablebús.