Este Día Internacional de la Mujer fue un día para denunciar y romper el silencio. Colectivos colocaron dos tendederos de denuncias en marcha del 8M. El primero se ubicó en la Antimonumenta, mientras que el segundo se instaló en el Zócalo capitalino al final de la movilización.

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En el primer caso las asistentes poco a poco se acercaron para escribir sus historias. “Mi tío violó a mi prima y a varios niños de la familia. Conmigo sufrí acoso. Fue a la cárcel, mi familia lo protegió y salió en libertad”, se leía en uno de los carteles de los tendederos de denuncias en marcha.

Este ejercicio tuvo un gran impacto, pues algunas de las chicas que participaron en él afirmaron que tras la agresión que sufrieron denunciaron ante las autoridades y no las ayudaron.

“Porque ya me cansé de que nadie me haga caso, ya lo hice legalmente y con las autoridades correspondientes y nadie me hace caso; entonces (puse mi denuncia en el tendedero) para que más mujeres estén prevenidas”, dijo una de ellas en entrevista con Chilango.

Adicionalmente, se colocaron micrófonos y un templete frente a la Antimonumenta. Quien quería podía subir y contar su historia, y así sucedió: una a una subieron y contaron las veces que fueron agredidas, por qué decidieron ir a marchar o recordaron a familiares y amigas que ya no están con vida debido a la violencia de género.

Tras cada confesión de acoso, de violación, de agresión física o psicológica las manifestantes gritaban “yo te creo” y “no estás sola” brindándole apoyo a cada una de las mujeres que se atrevía a alzar la voz y a recordar que cada agresión marca a la víctima por mucho tiempo, aún después de que el agresor esté tras las rejas. “Él ya está en la cárcel, pero yo todavía tengo miedo”, expresó una de las afectadas.

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Colocan tendederos de denuncias en marcha del 8M

Contar las agresiones en este tipo de tendederos de denuncias en marcha es una acción que se ha replicado en escuelas y, esta vez, en la calle. Al finalizar la marcha, en la que participaron más de 80 mil personas según cifras oficiales, el colectivo Marea Verde instaló un tendedero de denuncias en el Zócalo de la capital; ofreció hojas, plumas y cinta adhesiva para que las asistentes pudieran escribir sus casos y colgarlos.

Entre las hojas se leían historias de acoso, violaciones, abuso psicológico y agresiones físicas. Algunas de las denunciantes optaron también por colgar fotografías de sus agresores.

Ya sea con estas denuncias o con sus carteles, las mujeres dieron una muestra de que nunca más se van a quedar calladas.

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