A la Ciudad de México le bajaron el volumen. Las fuentes principales de ruido antropogénico se redujeron y ahora escuchamos el viento, el crujir de los árboles y el trinar de las aves, lo cual repercute postivamente en el medio ambiente y reduce los problemas de salud de los chilangos.

Foto: Leo Pérez

La cuarentena causada por covid-19 ha provocado que las principales fuentes de ruido se fueran a cero; por ejemplo: bares, antros y restaurantes que bajaron sus cortinas y que en algunos casos sobrepasan los 65 decibeles (dB), cuando un entorno ideal es de 30 dB. Estos lugares se concentran en las alcaldías Cuauhtémoc, Coyoacán, Miguel Hidalgo y Benito Juárez.

También hay que considerar la reducción de la cantidad de autos en las calles, del comercio ambulante, de las obras y procesos de construcción y el ruido de millones de transeúntes que ahora pueden trabajar desde casa.

En síntesis, se trata de una reducción del ruido generalizada. Incluso el Sismológico Nacional reportó una disminución en las vibraciones de la tierra a causa de la menor cantidad de actividades humanas, lo que permite mejorar las mediciones de sismicidad.

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“Esta ausencia de ruido abre la puerta a una vida más digna para quienes vivimos en la ciudad, porque el silencio no debe ser un privilegio al que sólo accedan quienes puedan pagar para habitar en zonas con menos decibeles”, opina Jimena de Gortari, académica especializada en arquitectura de la Universidad Iberoamericana.

“Tenemos pésimos hábitos de escucha; oímos las 24 horas del día pero no ponemos atención. Ahora se puede tener una escucha activa y ser conscientes del ruido que nosotros mismos provocamos y responsabilizarnos de él hacia el futuro”.

Foto: Leo Pérez

El ruido es la segunda causa de denuncias ante la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT). De enero a marzo de 2020 recibieron 219 quejas por volumen excesivo, al superar el estándar de ambiente aceptable, que según las normas de la CDMX es de 62 dB.

Es, además, el segundo mayor contaminante ambiental y sus principales fuentes son el transporte público y los autos, los establecimientos mercantiles, la construcción, el despegue de aeronaves y el comercio ambulante.

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“El ruido implica una responsabilidad cívica porque todos contribuimos a él; quizá con esto una mayoría se dé cuenta de que podemos vivir sin altos niveles de ruido, que se puede vivir en silencio, y como ciudadanía exigir a las autoridades que no volvamos a lo que era antes”, concluye De Gortari.

“Hay partes de la ciudad que hoy están en silencio y que probablemente nunca lo habían vivido. Nuestro entorno sonoro depende del lugar que habitamos y también es una condición social”.

Foto: Leo Pérez

De ruidos a escándalos

  • Ambiente ideal: 30 dB
  • Ambiente aceptable: 62 dB
  • Ambientes dañinos:
    • Comercio ambulante: + 75 dB
    • Música en conciertos: + 85 dB
    • Congestionamiento vial: + 90 dB
    • Construcción: + 130 dB
    • Despegue de un avión: + 150 dB

Fuente: Jimena de Gortari y PAOT CDMX

Daños por el ruido

– Primarios: dolor de cabeza, vasoconstricción, variación de la presión arterial y ensordecimiento hasta por ocho horas.

– Secundarios: son a largo plazo e incluyen hipertensión, cansancio crónico, cardiopatía, neurosis, depresión y diversos grados de sordera.

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