La escasez de agua en Iztapalapa es un reflejo de lo que podría experimentar la mitad de la población en 10 años si no cuidamos el agua

Desde hace dos décadas, habitantes de la alcaldía Iztapalapa deben ingeniárselas para tener agua potable, incluso algunos tienen que comprar garrafones para bañarse o lavar su ropa, debido a las fallas en el sistema hidráulico en la zona oriente de la Ciudad de México. La situación de escasez en Iztapalapa es el ejemplo de lo que podría pasar en el resto de la capital si no mejoran las políticas públicas y los chilangos no modificamos nuestros hábitos de consumo.

En la Ciudad de México el desabasto de agua afecta a más de un millón de personas. Tan solo en Iztapalapa “cerca de 400 mil habitantes padecen escasez del líquido y sólo lo reciben mediante tandeo o reparto en pipas”, de acuerdo con el estudio “La gestión del agua potable en la Ciudad de México. Los retos hídricos de la CDMX: Gobernanza y sustentabilidad”, de la maestra en gobierno y asuntos públicos por la UNAM Lorena Torres Bernardino, publicado en el archivo abierto HAL-SHS (Ciencias humanas y de la sociedad) de Francia en marzo de 2019.

Iztapalapa es la alcaldía con más población en la capital, con casi dos millones de habitantes, es decir 16 mil personas por kilómetro cuadrado, y en parte se abastece de agua por medio del Sistema Cutzamala; sin embargo, al ser la última alcaldía que recibe el líquido por esta red, es necesario complementar el abasto con la extracción de agua subterránea de 78 pozos, los cuales suministran mil 300 litros por segundo.

A pesar de esto, dos de cada 10 iztapalapenses padecen escasez o mala calidad de agua. De acuerdo con la subsecretaría local de Servicios Urbanos, el problema de abastecimiento se concentra en 70 de las 319 colonias que tiene la alcaldía.

El alto costo de sufrir escasez de agua en Iztapalapa

Desde los años 60, la población de Iztapalapa ha crecido exponencialmente debido a la ocupación ilegal de zonas con suelo irregular (no apto para la construcción). Como la Sierra de Santa Catarina, una cadena de cerros que separa a Iztapalapa de Tláhuac y el Estado de México, donde los pobladores padecen por el desabasto y la mala calidad del agua.

Tal es el caso de Martha Ruiz, quien desde hace 16 años vive en la colonia Ixtlahuacan, una zona montañosa de Iztapalapa, localizada en las faldas del volcán de Guadalupe. “Los primeros años comprábamos pipas junto con los vecinos, pero hace como 10 años supuestamente arreglaron las tuberías y el drenaje para mejorar el servicio de agua. Ahora solo cae un chorrito de vez en cuando, tenemos que dejar cubetas o tambos en las llaves para que se llenen mientras dormimos”, lamenta Martha. “A veces nos despertamos con la sorpresa de que no cayó nada, entonces vamos a comprar garrafones o botellas de agua para cocinar, lavarnos los dientes o bañarnos”.

Las familias que viven en zonas aledañas de la Sierra de Santa Catarina destinan entre 60 y 100 pesos semanalmente a la compra de garrafones, para lavar sus alimentos, tomar agua o, incluso, para su aseo personal, establece el estudio “Capacidades adaptativas en torno al uso del agua en la Sierra de Santa Catarina”, de Juana Martínez Macedo, publicado por la organización internacional Women 4 Climate.

Sin embargo, señala el texto, el costo aumenta al contemplar el tiempo para obtener una pipa, las propinas al chofer y el costo de los garrafones, oscilando en un promedio entre 300 y 500 pesos mensualmente, lo que contrasta con un hogar de la colonia Del Valle, en la alcaldía Benito Juaréz, donde la gente tiene acceso a agua de mejor calidad diariamente por un pago de entre 115 y 160 pesos mensuales.

A pesar de que Martha y sus vecinos han llegado a gastar hasta 1,500 pesos en pipas y sin importar que les llega sucia o que simplemente no la reciben hasta por dos semanas, nunca han dejado de pagar el servicio de agua. “No nos acostumbramos, pero nos tenemos que adaptar. No hay de otra. Por fortuna nos cooperamos entre los vecinos, si no quién sabe cómo le haríamos”, confiesa, mientras se cruza de brazos, pues es un tema que la tiene sumida en la desesperación y el coraje.

Otros sí tienen agua… pero sucia

Para Ximena Eluani, integrante del colectivo “Agua para Todos” y de la Radio Comunitaria Totomoxtle, la escasez de agua en Iztapalapa radica en la mala calidad del agua y su distribución dentro de la CDMX, ya que existen colonias que se surten por pozos, otras están conectadas al sistema Lerma-Cutzamala y otras a las que se les reparte por tandeo, donde la gente normalmente pide pipas.

“Además de las zonas donde de plano no hay agua porque no están los servicios conectados o no existen, también está la corrupción en muchos pozos que reparten a los piperos y éstos son quienes hacen negocio con el agua, quienes pueden cerrar o abrir. Hay un desconecte entre SACMEX y la alcaldía”, considera.

De acuerdo con el estudio de Lorena Torres Bernardino, el problema también deriva de la falta de organización por parte de las autoridades en el suministro, pues Iztapalapa “tiene un déficit diario de dos mil litros de agua por segundo en el caudal que recibe; pues sólo la dotan de cuatro mil, cuando requiere seis mil litros diarios por segundo para llevar agua, en condiciones aceptables, a todos los hogares”.

Joel Sánchez vive en la colonia Santa Cruz Meyehualco. A él sí le llega agua en abundancia; sin embargo, su problema es la calidad del líquido. “Llega de color amarillo y con olor muy fuerte a azufre, es muy penetrante, pero, por lo que nos han dicho las autoridades, sí se puede consumir para actividades de limpieza. Lo que hacemos es echarle cloro para que se le quite el olor”, confiesa.

Para cubrir sus necesidades de higiene, Joel acude a una purificadora donde le venden 20 litros por 25 pesos; compra cuatro garrafones a la semana y los reparte entre los seis integrantes de su familia. “Esa agua la utilizamos para la comida y nuestro aseo, luego la reutilizamos para el baño. Tratamos de aprovecharla lo mejor que podamos para no gastar tanto dinero”.

Desde hace más de 10 años, Beatriz Esparza no recibe agua limpia en su casa, ubicada en Santa María Aztahuacan, considerada la colonia con la peor calidad del líquido de la Ciudad de México, según el mapa de Calidad del Agua Nacional, elaborado en 2017 por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), que establece que el líquido que llega a esa zona “no es apto para el consumo humano”.

Por si fuera poco, hasta el pasado 12 de junio, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) no ha tomado muestras en esta colonia para analizarlas, de acuerdo con la información del Reporte de Calidad del Agua, en el que se registran las concentraciones de fisicoquímicos.

“Sale muy puerca el agua. Tenemos que poner trapos en las llaves para filtrar un poco el agua y aun así sale café y solo a ciertas horas”, se queja Beatriz. “Ésta la ocupamos solo para lavar y bañarnos, aunque primero la hervimos o la desinfectamos con cloro, porque he conocido a mucha gente que se enferma o se le irrita la piel. Por eso tenemos mucho cuidado y más que tengo dos niños”.

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Pedro Reyes, vecino de la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, también sufre por la mala calidad de agua que llega a su domicilio. “Si ves el chorro de agua, se ve limpia, pero cuando llenas una cubeta, se ve negra, como refresco. Hasta le sale espuma con la presión. Primero dejamos que se asiente la tierra y luego la filtramos con cubrebocas o trapos, la hervimos y la ocupamos para bañarnos o lavar los trastes y la ropa”, comenta.

Para aliviar la falta de agua en Iztapalapa y otras zonas de la CDMX, la mayoría de las familias han optado por recolectar el agua de lluvia —colocando tambos o cubetas debajo de los escurrimientos del techo para usarla en el sanitario y en actividades de limpieza—, ya que según el portal Agua.org del Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental, A.C. (FCEA) los beneficios son: económicos porque “es gratuita y fácil de mantener”; medioambientales porque “conserva las reservas de agua potable”; y sociales porque “disminuye los volúmenes de drenaje”.

Martha Ruiz es una de las que ha visto el beneficio de utilizar el agua de lluvia. “Ahorramos como 200 pesos en una buena lluvia. Lo empezamos a hacer hace como tres años, con tubos de plástico donde cae el agua a tambos. El problema está en que luego no llueve nada y es ahí donde gastamos mucho más”, lamenta.

Según la investigación de Lorena Torres, si se llegara a implementar a gran escala un sistema de captación de agua de lluvia, se puede satisfacer hasta 50% de las necesidades básicas de la población de toda la ciudad.

Días de crisis

Iztapalapa ha sufrido dos grandes crisis en los últimos dos años. La primera fue a consecuencia del sismo del 19 de septiembre de 2017 y la segunda por el megacorte de agua en octubre y noviembre de 2018. En las dos ocasiones el gobierno local tuvo que realizar “esfuerzos extraordinarios” para suministrar agua a través de pipas.

Tras el sismo resultaron afectadas 140 colonias –por mil fugas en la red secundaria del sistema hidráulico, la cual proviene de tres tanques abastecidos por el Sistema Cutzamala– de las cuales 68 fueron atendidas por tandeo, según declaró la entonces delegada Dione Anguiano, quien expuso que la tubería tenía una antigüedad de 50 años aproximadamente y de material de asbesto-cemento, lo que las hace poco flexibles y en algunos casos obsoletas.

Desde el sismo, Pedro Reyes no cuenta con agua potable de manera constante. Cada tres días espera a que la alcaldía mande pipas porque no tiene la solvencia económica para pagar una y cubrir sus necesidades. “Quisiera comprar una pipa cada que se me acaba el agua, pero no tengo las posibilidades. Apenas gano para vivir al día. Llenar mi tinaco con una pipa privada cuesta como mil 500 pesos”.

En la segunda gran crisis, de las 13 colonias afectadas por el megacorte, Iztapalapa fue la alcaldía que más solicitó pipas para abastecerse de agua, con 60% en total de las solicitudes de toda la Ciudad. Del 25 de octubre al 3 de noviembre de 2018, más de mil pipas de la alcaldía, del SACMEX y de la CONAGUA suministraron líquido de manera gratuita a las zonas afectadas. Durante esos días se repartieron 58 millones 780 mil litros en las 119 colonias afectadas, a través de cinco mil 878 viajes.

No obstante, en ambas crisis, hombres armados robaron cientos de pipas, las cuales repartieron después a nombre de la alcaldía en las colonias afectadas, de acuerdo con un reporte de Proceso. El precio por cada pipa llegó hasta los 3,000 pesos, siendo que se trataba de un suministro gratuito.

Según los testimonios de los vecinos de diversas colonias, el robo de pipas es algo común en Iztapalapa desde hace 10 años, cuando se agravó el desabasto y la mala calidad de agua. Aún así prefieren pagar el doble o el triple del costo para no quedarse sin el líquido.

De acuerdo con el estudio ¿Un camino verde para mañana?, realizado en 2013 por la Conagua, el Banco Mundial y la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento de México A.C. (ANEAS), la mitad de la población padecerá lo mismo que Iztapalapa en 2030, es decir, no tendrá agua pues sólo se podrá cubrir 50% de la demanda total del Valle de México –gracias a una combinación de factores como el cambio climático, la acción humana y el crecimiento demográfico– a menos que se haga algo.