Airbnb en la CDMX: 17,846 alojamientos, 31,633 camas disponibles. Las alcaldías con mayor concentración son Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Coyoacán, pero ¿cuáles son los problemas asociados a este fenómeno?

Por Diana Delgado.

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A pesar de estar al corriente con el pago de las rentas, Sergio es un desplazado de la colonia Juárez. Así como él, un día, otras cinco familias se quedaron sin casa después de 30 años de habitar el edificio ubicado en Liverpool 9. Un grupo inmobiliario les dijo que debían salirse; los seis departamentos serían remodelados para luego rentarlos a través de Airbnb, una plataforma web que conecta a un arrendador y a un interesado en reservar un cuarto o departamento por algunas noches.

Estas historias ya se cuentan por centenas, asegura Sergio González, miembro de la 06600 Plataforma y Observatorio de la colonia Juárez, vecinos que se han dedicado a documentar la salida de quienes, durante décadas, compartieron el barrio con ellos mismos.

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A este fenómeno le pusieron nombre: “blanqueamiento por despojo”, que se traduce “como un modelo de ser y estar en la ciudad que atenta contra el arraigo vecinal y nuestra pertenencia a él por voluntad o tradición. Implica un cambio en el perfil del habitante y la destrucción del tejido social con la llegada de habitantes efímeros que no se identifican con el barrio”, explica González.

Álvaro Madrigal Montes de Oca, maestro en Demografía por el Colegio de México e investigador sobre el impacto de Airbnb en la CDMX, Barcelona y Sao Paulo, asegura que existe otro término académico que define este proceso: la gentrificación. Este se entiende como la llegada de nuevos residentes a lugares de clase media y barrios ubicados en el centro de las ciudades y que trae consigo tres cambios fundamentales: social, económico e inmobiliario, los cuales, a su vez, convierten a estos sitios en focos de atracción para otros intereses, uno de ellos es el turismo.

“El término que nos interesa para explicar la llegada de plataformas como Airbnb en la CDMX es la gentrificación turística o turistificación, que tiene relación con la intención del turista de tener experiencias nuevas, de vivir como la gente local y, en ese sentido, desde hace 10 años, el turismo urbano se ha convertido en una tendencia global. Entonces, al juntarse estos dos aspectos, dichos sistemas de alojamiento se vuelven una alternativa para que durante un par de días, el turista viva como lo hacen los residentes”, explica.

Sin embargo, dice Madrigal Montes de Oca, existen consecuencias que aún no han sido analizadas en América Latina, algunas de ellas son el desplazamiento y desalojo de las poblaciones originarias y de los propios gentrificadores, pues el suelo aumenta su valor y con ello el costo de las rentas; el cambio en los comercios locales y la “disneyficación”, como se llamó en Nueva York a convertir una ciudad en una suerte de parque temático o, en el caso de la CDMX, dice Álvaro, en un montaje de cómo se debe vivir un barrio, toda vez que el “barrio original” se pierde con la gentrificación.

En el caso de la colonia Juárez, cuentan Sergio González y Pablo Gaytán, vecinos, la transformación empezó con el aumento en el precio de las rentas en más del doble, el cierre de negocios y la apertura de restaurantes y tiendas de ropa a las que no acuden los residentes locales.

En esa colonia, 06600 Plataforma y Observatorio ha documentado que por cada 10  viviendas, en tres viven propietarios, cuatro son de renta mensual y las otras tres son ocupadas a través de Airbnb en la CDMX. “Esto significa que 30% de la población no está fortaleciendo el tejido social, no genera redes de confianza ni permanencia. Son personas que están aquí unos días pero su recurrencia modifica cómo vivimos y nuestra calidad de vida”, reclama Sergio.

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La promesa de la economía colaborativa de Airbnb en la CDMX

La plataforma estadounidense Airbnb fue fundada en 2008 bajo una premisa: la economía colaborativa. Esto significaba que si en tu casa había una habitación vacía, podías rentarla a un turista para ofrecerle una experiencia de viaje distinta, mientras como propietario obtienes un ingreso extra. Actualmente está presente en 191 países y, según sus datos, cada noche más de dos millones de personas recurren a su sistema.

En la CDMX esa promesa empieza a diluirse, pues en lugar de rentar un cuarto vacío, cada vez es más común que los arrendadores cancelen contratos para sumar su propiedad a las plataformas y tengan ganancias mucho mayores a costa de dejar sin casa a sus inquilinos.

Hasta ahora no existen datos exactos de cuántos departamentos en la ciudad están bajo esta modalidad; sin embargo, Inside Airbnb, una plataforma no oficial, construyó de manera manual una base de datos mundial sobre los alojamientos, basados en información pública.

Los datos de la Ciudad de México fueron revisados por la empresa de análisis Hasel, empresa de ciencia aplicada y análisis de datos, para encontrar las zonas con mayor concentración. Dichos datos tienen un desfase de unos 20 metros de georreferenciación y se trata de un ejercicio de análisis de un día, pues los alojamientos de Airbnb en la CDMX están en constante cambio, por lo que solo son un acercamiento a la realidad.

Mientras la Ciudad de México cuenta con 50,000 habitaciones, repartidas en 620 hoteles, se estima que en la CDMX hay 17,846 alojamientos de Airbnb, los cuales equivalen a 31,633 camas disponibles y las alcaldías con la mayor concentración son Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Coyoacán y Álvaro Obregón.

Mientras que las 10 colonias con mayor aglomeración, de acuerdo con Hasel, son Roma Norte (1,537), Hipódromo (1,043), Condesa (724), Centro (667), Cuauhtémoc (633), Juárez (634), Roma Sur (478), Nápoles (364) y Del Carmen (300). Estos alojamientos incluyen todo tipo de hospedaje: por depa completo, por recámara y también recámara compartida, siendo entre 2016 y 2018 los años con el mayor crecimiento (de acuerdo al número de reseñas otorgadas por los usuarios).”

Para el demógrafo Álvaro Madrigal, además de las rentas de departamentos enteros, los multianunciantes son otra señal de que en la ciudad Airbnb no es un ejercicio de economía colaborativa, sino un modelo de negocio que utiliza reglas de mercado aprovechando la ausencia de regulaciones.

En una revisión a la plataforma, el investigador encontró que a 2018, 20% de los alojamientos de propiedades completas son de multianunciantes, es decir, de personas que tienen cinco o más departamentos ofertados. Esta cifra representó un crecimiento de 5% en comparación con 2017, lo que deja ver un posible nicho de negocio.

“Aquí en la Juárez hay edificios completos dedicados a las plataformas y otros que se están construyendo exclusivamente para inscribirlos en las rentas por noche. Hay gente que ha sido despojada por un mismo dueño o inmobiliaria y la constante llegada de gente desconocida ha traído inseguridad porque los turistas son un blanco fácil para el crimen; además de dinámicas asociadas a la contratación de servicios sexuales y la venta y consumo de sustancias dentro de los departamentos”, dice Sergio González.

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Un barrio que cambia

Desde hace 10 años, las rentas que Rocío Vázquez ha pagado por vivir entre la Roma y la Condesa han aumentado $15,000. Recuerda que el primer espacio que encontró era un departamento en la Condesa de $7,000 al mes, años después, ese mismo sitio subió hasta $11,000 mensuales, pero se dañó con el sismo del 19S y decidió mudarse a la Roma, donde encontró un depa en $15,000.

“En ese lugar pagué la renta de un año por adelantado y cuando me faltaban cuatro meses la dueña me pidió el departamento porque lo volverían Airbnb. Eso no me extrañó porque en mi edificio de 13 depas, seis ya estaban en la plataforma. La verdad me puse al pedo porque yo tenía todo en orden y lo único que pude acordar es que no me iba a salir hasta que encontrara otro lugar que me gustara”.

Rocío halló casa en la Condesa un mes antes de que su contrato terminara, por lo que tendrá que reclamar una devolución; sin embargo, en su búsqueda, el problema fue el costo, ya que el nuevo departamento vale $22,000 mensuales. Fue lo único que encontró para renta mensual, donde tuviera la oportunidad de compartir gastos con su novio y le permitieran tener a sus perros.

“Es un pinche dineral y sé que podrías decirme por qué carajo no nos vamos a otro lado, pero el trabajo de mi novio está aquí y el mío también. Yo soy empresaria y hago tours gastronómicos, no tengo carro y la única manera de que me vaya bien en lo laboral es quedarme en estas colonias en las que me muevo todo el tiempo, pero donde la voracidad ha hecho que vivir aquí sea un reto para los que verdaderamente somos residentes”, cuenta.

Para Baruch G. Sanginés, licenciado en Geografía por la UNAM y maestro en Población y Desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en la CDMX se puede hablar de un polígono dentro del cual se concentra la mayor cantidad de alojamientos de Airbnb en la CDMX.

“Este espacio abarca desde Eje Central hasta avenida Revolución y desde Churubusco hasta Reforma. Las colonias dentro de dicha área se caracterizan por aglomerar servicios como restaurantes, teatros, cines y museos. También son espacios urbanos donde se aglomeran empleos, mejor infraestructura de transporte y modos alternativos como las bicis y scooters compartidos”.

El geógrafo también analizó la base de datos de Inside Airbnb y obtuvo que 85% de los costos de alojamientos locales están en un rango de entre $113 y $1,625 por noche, y aunque la Roma Norte es la colonia con mayor concentración, al agruparlas por precio, las más costosas son la Condesa y Polanco, con rentas que superan los $5,000 por noche.

En entrevista con Chilango, Baruch G. Sanginés explica que fuera del polígono principal, hay otras zonas con pequeñas concentraciones, tal es el caso de la alcaldía Cuajimalpa y los alrededores al Centro Comercial Santa Fe; en Coyoacán, hay oferta tanto en su centro como en Ciudad Universitaria y en Copilco; además de espacios más aislados en Tlalpan y Milpa Alta, que pueden responder a un turismo local de fin de semana.

La expansión de estos alojamientos preocupa a Rocío Vázquez, quien considera que pueden estar dañándose otros barrios que están fuera de los procesos de gentrificación ya conocidos en las colonias centrales.

“En la Roma y la Condesa ya estamos gentrificados y si bien muchos de quienes tenemos cierta estabilidad económica padecemos el encarecimiento de la vida y la desaparición de los negocitos, pensemos en colonias vecinas como la Doctores, la Tabacalera, la Santa María la Ribera, que tienen muchos de sus pobladores originarios, que hay gente que abre su puerta para vender algo y de eso vive. ¿Qué vamos a hacer si lo que nos pasa a nosotros le pasa a la mamá soltera, al señor que se mantiene de su pensión, a la familia que habita en una vecindad? ¿Una viejita podrá empezar de nuevo su vida a los 60 u 80 años?”, cuestiona.

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Una ciudad sin acceso a la vivienda

En la CDMX hay un déficit habitacional muy fuerte, considera Rosalba González Loyde, maestra en Desarrollo Urbano, pues aunque hay construcciones por todos lados, mucha gente necesita vivir en la ciudad y no encuentra cómo hacerlo.

“Permitir que los servicios de alojamiento a través de plataformas estén abiertos sin control, implica abrir mucho más la brecha entre quienes pueden o no acceder a una vivienda. Los vas alejando de los centros de la ciudad y entonces tenemos más problemas de tráfico, de movilidad, de habitabilidad. La gente gasta más dinero y pierde su calidad de vida”.

Para la especialista, la aparición de Airbnb en la CDMX no es buena ni mala por sí misma. Asegura que con la reglamentación adecuada puede generar una derrama económica importante para la ciudad; sin embargo, también hay efectos adversos como cuando se ocupan edificios completos para estos servicios y dejan de ser opciones de vivienda; ya no conoces a los vecinos, se acaba el compromiso comunitario y cambian los servicios de toda la zona.

“El tema es que la tiendita de barrio no va a tener clientes y va a abrir un café gourmet y la gente tendrá que trasladarse a otro lado para cubrir necesidades básicas. Esos son los procesos de gentrificación que potencia Airbnb, ellos no lo hacen por sí solos, pero participan en esa dinámica. Además están compitiendo con los mismos lugares donde la gente quiere vivir para estar cerca del trabajo. Pienso que las plataformas cumplen una función, pero sí deben sumarse a los procesos que los gobiernos determinen para garantizar los derechos a la ciudad de sus residentes”, dice.

Al respecto, desde 2017, el gobierno de la ciudad modificó el artículo 162 del Código Fiscal de la CDMX para incluir a las plataformas de albergue móvil o temporal (como Airbnb, Booking y HomeAway) en el pago de 3% como impuesto al hospedaje, al igual que los hoteleros de la capital. En ambos casos, el porcentaje es cubierto por el usuario al ser el pago por el derecho de quedarse en la ciudad; sin embargo, hasta el momento, las plataformas no ofrecen ningún otro tipo de contribución, al ser intermediarios en el uso de la infraestructura de la ciudad. Una situación similar a la que ocurre con servicios de transporte.

Datos de la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México indican que en los últimos dos años han tenido una baja de 3.2% en la ocupación y ya se ubican por debajo de 70% anual. Incluso, estiman que este verano pueda haber otra disminución del 2%, lo que equivale a los turistas que ocuparán servicios de plataforma en lugar de una de las 50,000 habitaciones de los 620 hoteles capitalinos.

“Nosotros fuimos quienes presionamos para que Airbnb en la CDMX fuera obligada a entrar en el pago del impuesto de hospedaje. Nos dimos cuenta que nos estaba impactando que no hubiera piso parejo porque nosotros pagamos permisos e impuestos por el uso de suelo comercial y ellos no tenían restricciones. Fue un paso muy importante hacia una regulación que desde hace unos años estamos empujando”, dice Alberto Albarrán, director de la asociación.

Ese pago por hospedaje lo recibe el Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX, que está integrado por 10 entes –seis de gobierno y cuatro de la iniciativa privada–, y cuyo recurso está etiquetado exclusivamente para la promoción turística de la Ciudad de México a nivel nacional e internacional.

Esto significa que el gobierno local no ha creado ningún mecanismo extra para que los servicios de alojamiento por plataformas aporten económicamente para disminuir los problemas de vivienda que, si bien ya existían, los están agravando.

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Buscar una regulación

El fenómeno Airbnb en la CDMX no es único, ciudades europeas han enfrentado situaciones más graves que han desatado el descontento social por la forma en la que sus ciudades se han convertido en atractivos turísticos, cuyo estilo de vida ha dejado de lado a los residentes.

Por ello, ciudades como Barcelona y Madrid, en España; París, en Francia; Berlín, en Alemania; Amsterdam, en Holanda, y Nueva York, en Estados Unidos, entre otras, ya trabajan en mecanismos de regulación que incluyen mayores impuestos, límites en la cantidad de alojamientos y de días para reservar, subsidios a la vivienda y estímulos para las rentas a largo plazo con el objetivo de regresarle la habitabilidad a las ciudades.

En el caso de la CDMX, Rosalba González, especialista en Desarrollo Urbano, destaca la necesidad de generar mecanismos de tributación que se enfoquen en promover el turismo y apoyar a la vivienda; además de mantener vigilancia para evitar que haya edificios enteros, calles y manzanas completas en renta de Airbnb, como ocurrió en Barcelona.

También sugiere reactivar los procesos para repoblar el Centro Histórico con residentes permanentes y vivienda social, cabildear con empresarios para que haya un equilibrio entre sus ganancias y los beneficios para la ciudad y, por último, mejorar la legislación que regula la renta, proteger al arrendatario para que se sienta con la confianza de ofrecer su departamento de forma segura, sin los riesgos de ser invadido y sin tener que pedir requisitos desmedidos. Hay que quitarles el interés de irse a las plataformas, dice.

Para la Asociación de Hoteleros de la CDMX también hay una solución, pues aseguran no estar en contra de estos servicios siempre y cuando mantengan su esencia de economía colaborativa. Al respecto, Alberto Albarrán detalló que forman parte de un grupo de 33 asociaciones hoteleras de diferentes capitales del mundo, que se han reunido en Nueva York, en 2017, y en Barcelona, un año más tarde, para establecer siete puntos a nivel internacional que regulen a los anfitriones.

Entre ellos se encuentran contar con permisos de los vecinos para que estén enterados que habrá turistas continuamente; que reciban trato de espacios de servicios de hospedaje; que paguen servicios de agua, luz y predio de uso comercial y que exista un registro de espacios a nivel local y nacional. Los departamentos deberán contar con medidas de seguridad, salubridad, protección civil y de evacuación en casos de emergencia; pagarán un seguro de responsabilidad civil a terceros y solo podrían inscribir su departamento quienes sean propietarios para evitar los subarrendamientos.

“Tasar y gravar” es la propuesta del investigador Álvaro Madrigal, para quien es necesario dejar de hacer negocios a costa del espacio urbano y responsabilizar a las empresas en los fenómenos de desplazamiento de los residentes.

“De alguna manera se tiene que compensar. Se deben cobrar impuestos que vayan etiquetados a disminuir el impacto que están produciendo, que den alternativas a la gente que está sufriendo un desplazamiento que no decidió y sobre todo que estos cobros tengan un sentido social y no de beneficio económico”.

Una forma de lograrlo, dice, es a través de diagnósticos. Necesitamos saber de qué estamos hablando, tener un registro de alojamientos, preguntar cuántos hogares fueron desplazados, en qué términos, saber si se fueron a la colonia vecina y en qué condiciones viven y a partir de eso crear un fondo que los beneficie y no deje caer a los barrios.

Considera que hay que copiar el modelo español, que otorga permisos limitados por zonas para evitar concentraciones, lo cual no implica que la autoridad decida por el propietario, pues él podrá seguir rentando a quien desee, se trata de poner un techo a las plataformas.

“La gente no está peleada con la innovación –dice Madrigal– pero hay que regular y generar modelos de desarrollo urbano que los distribuyan sin perder el sabor a barrio ni desaparecer la colonia que era, de lo contrario, si no se pone un freno, el problema va a brincar a las zonas vecinas, gentrificando más espacios, desplazando más familias y vaciando, poco a poco, las colonias del centro de la CDMX”.

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