Su mirada refleja tristeza. Recostado en la banqueta, observa con melancolía a los clientes de un restaurante que disfrutan de sus rebanadas de pizza. Más de uno piensa que se trata de un perro callejero hambriento, o que está perdido… pero ¡no! Su nombre es Vato, un perro enamorado de la pizza que sabe usar muy bien sus encantos para conseguir este delicioso manjar.

La historia de este perrito chilango se hizo viral después de que una persona publicó en redes sociales algunas fotos en las que exhibe su “modus operandi” para conseguir comida, así como la pequeña placa que trae en el cuello.

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Vato, el perro enamorado de la pizza

Nuestros amigos peludos siempre nos sorprenden y Vato no es la excepción. Él tiene una familia que lo quiere y cuida mucho. Su dueño, el sexólogo que atiende en la sex shop ubicada a unos pasos de la estación Nuevo León del Metrobús, lo adoptó cuando apenas era un cachorro y lo llevaba regularmente a trabajar con él.

El gusto de Vato por la comida italiana nació hace tres años aproximadamente, cuando una pizzería abrió al lado de la sex shop.

Una de las empleadas del lugar nos platicó que la pizzería originalmente tenía mesitas en la banqueta. Así que cuando Vato veía que alguien llegaba a comer, él se acercaba, le daba una patita, luego la otra y hacía gracias. También se hacía pasar por un perrito perdido y adoptaba una expresión hambrienta hasta que alguien se compadecía de él y le daba pizza o alitas.

Foto: Karla Almaraz

Incluso había quien se acercaba a la tienda para dejarle de comer; mientras que otros, al verlo pidiendo comida, lo llamaban porque pensaban que estaba perdido. Pero Vato no se va con desconocidos.

Lo malo es que su peculiar dieta a base de pizzas le trajo consecuencias. Tanta comida rápida le provocó sobrepeso y artritis, por lo que su familia decidió ponerle una placa que dice: “No me des pizza, gracias”, para que la gente evite alimentarlo.

Además de esta simpática placa, las chicas de la tienda suelen vigilarlo constantemente para que, en uno de sus paseos, no se escape a comer pizza.

Hasta ahora, la plaquita ha funcionado y Vato ya bajó de peso, pero eso no significa que pueda darle rienda suelta a sus antojos, puesto que este peludo ya tiene 10 años de edad.

Así que ya sabes, si ves a un perro con cara triste o fingiendo ser callejero, fíjate si no trae una placa que diga: “No me des pizza, gracias”.

Foto: Karla Almaraz

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