Más de un año después de que se declaró una pandemia de influenza A H1N1, el 29 de junio de 2010, México desactivó el estado de emergencia; sin embargo, esto no significó que el virus desapareciera o que fuera menos contagioso, sino que la cifra de personas infectadas había disminuido considerablemente y era momento de aprender a vivir con la enfermedad, la cual sigue presente.

Hace 10 años no estábamos listos para enfrentar una epidemia de influenza y mucho menos una tan agresiva, considera el doctor Jorge Ochoa, Director General de Servicios de Salud de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México. “Los virus siempre mutan, pero llega el momento en el que mutan dentro de una especie animal y si ese virus tiene la capacidad de brincar a la especie humana es cuando son más agresivos y sale el problema de epidemia y pandemia, como con la de hace 10 años”, explica.

Al ser una mutación del virus de influenza tipo A, no había medicina ni medidas certeras para evitar que se propagara con rapidez y facilidad. Hasta julio de 2010 se tenían confirmadas mil 316 muertes y 72 mil 548 casos a través de pruebas moleculares; sin embargo, se cree que la cifra de contagiados pudo ser mayor, ya que hubo personas que no presentaron síntomas.

Tras superar el estado de emergencia (cuando disminuyó el número de contagios), se inició la etapa post pandémica, es decir, el virus se convirtió en estacional.

Desde entonces, la influenza A H1N1 ha estado presente en el país, especialmente entre los meses de septiembre y mayo, que son considerados como el periodo de influenza estacional, ya que ese virus es el que tiene más presencia en territorio mexicano, en comparación con otros tipos de influenza.

Si el virus sigue, ¿por qué no estamos en estado de pandemia de influenza A H1N1?

El doctor Ochoa explicó a Chilango que para declarar un estado de emergencia es necesario que la cifra de enfermos sea relativamente alta. Por ejemplo, durante la época de influenza 2018-2019 se han registrado 700 casos en la CDMX, lo que daría un promedio de 125 casos por mes aproximadamente, cifra que está dentro del rango considerado como normal.

Además, los registros han ocurrido durante la temporada de influenza, a diferencia de 2009, cuando los casos más graves se originaron justo entre marzo y abril, cuando el número de enfermos en lugar de bajar, aumentaron.

“Nosotros como epidemiólogos hacemos estudios estadísticos que se llaman canales endémicos que tienen que ver simplemente con comparar el número de casos que se presentan en relación con los casos esperados, y cuando se rebasa esa cifra es cuando se declara la epidemia. Setecientos casos en este año es poquito”, afirma.

Si bien han surgido distintas variaciones del virus, debido a que siempre están en constante cambio, ninguno ha sido lo suficientemente agresivo. “Con los virus ese es el problema: que mutan, incluso los del catarro común y pueden ser más agresivos; sin embargo, la tendencia es que somos cada vez más resistentes a las enfermedades, por eso la esperanza de vida es cada vez mayor”, precisa.

¿Qué tan listos estamos para otra epidemia?

Además de que ahora los restaurantes y hasta el puesto de quesadillas de la esquina tienen gel antibacterial, la epidemia de influenza de 2009 cambió distintas cosas; el Director General de Servicios de Salud de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México afirma que una de las grandes enseñanzas es que todas las unidades del sector salud deben estar unificadas, así como la importancia de la prevención.

De acuerdo con el doctor Ochoa, a partir de esa crisis de salud, se instalaron filtros en escuelas, los cuales consisten en que un profesor o trabajador del colegio mantenga un control en la entrada para asegurarse de que ningún niño acuda enfermo a clases.

En caso de que se detecte a algún menor enfermo, se pide a los padres que lo lleven al doctor y le den el tratamiento pertinente.

“Nos organizamos para combatir esta enfermedad. Los centros de salud tienen monitoreo de influenza, tenemos vacunas cada año contra la influenza y la gente ya está preparada y tiene una nueva cultura para combatir o prevenir esta enfermedad. Si ya sabemos cómo se transmite, hay que tomar medidas para que no se expanda el virus, por ejemplo, el llamado ‘estornudo de cortesía’ (taparse con el antebrazo o la ropa). El conocer más a detalle esos mecanismos de transmisión y enfatizar con la gente en medidas tan simples como lavarse las manos y taparse cuando estornuda, ayuda”, señala el funcionario.

Aunque afirma que gracias a las vacunas (las cuales son elaboradas anualmente dependiendo de cuál es el virus que predomina cada año en el país) y a diversas medidas de prevención, se ha controlado el virus y estamos más preparados que nunca para una nueva epidemia, lo cierto es que el sector salud ya se acostumbró a estar siempre en alerta.

“Estamos prevenidos, tenemos que estar haciendo estos estudios de canales endémicos y si hay más casos de los esperados habrá un reforzamiento de las medidas. Tenemos medicamentos suficientes contra influenza. Pero podríamos decir que de un momento a otro puede surgir un virus que mute”, dice.

De acuerdo con el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia es necesario que la vacuna contra la influenza se aplique cada año a grupos vulnerables, debido a que los virus suelen presentar pequeños cambios genéticos o antigénicos, lo que provoca que el ser humano no reconozca el virus de un año a otro.

Aunque estamos más preparados que antes, las autoridades sanitarias saben que no hay que bajar la guardia. La Organización Mundial de la Salud lanzó el 11 de marzo una nueva estrategia mundial contra la gripe, la cual no solo pretende prevenir estas enfermedades y evitar que pasen de animales a seres humanos, sino que nos preparemos para la próxima gran pandemia de gripe.

El Doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, titular de la OMS, explicó que la amenaza sigue presente, por lo que dicha estrategia ayudará a que avancemos en el camino que nos queda por delante.

Y tú ¿te acuerdas cómo fue la pandemia de influenza A H1N1 hace 10 años?

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