Este jueves entregan el Premio Nobel de Literatura. Lo ganará un autor poco conocido.¿Traducido? Naturalmente. ¿Conseguible? Sí, solo que muy muy caro. Acaso tenga un nombre difícil de pronunciar. Más importante que eso: será alguien que se lo merece con toda seguridad.

Con la Literatura Universal pasa como dicen las abuelitas: por lo menos hay salud.

Está saludable el oficio, cada año se escriben libros impresionantes y hay un puñado de vidas aquí y acá dedicadas a la literatura con trayectorias sólidas, peculiares, poderosas e innovadoras.

Como cada año habrá quien piense que la distinción se la darán a su escritor bestsellero de confianza a la venta en Sanborns. ¡No puedo esperar a recibir los memes de Murakami con la camisa del Cruz Azul! Veo en los sitios de apuestas que el autor de Juego de Tronos también aparece bobamente en el listado. Esto me asombró: hay dos sitios web de apuestas con los que uno se puede hacer de una feria si le atina a los diferentes Nobeles: Unibet, de Suecia y Nicer Odds, inglés. No entiendo nada de momios y Lowest odds pero según La Jornada, tres mujeres son quienes uno puede considerar como favoritas en el de Literatura. Bien. No olvidemos que el año pasado se interrumpió la entrega del premio debido al escándalo sexual en la Academia Sueca. Por lo mismo, esta ocasión se darán a conocer dos escritores o escritoras ganadores o ganadoras.

En 2017 se lo dieron a Ishuguro, lo que vuelve sumamente poco probable que se lo den a Julion Barnes este año. Cosa que me pone triste. En 2016 se lo dieron a Bob Dylan. ¡Cómo pasa el tiempo!

El título de este texto pretende atraer lectores, pero también quiero tocar un punto. Cuando le dieron el Nobel de Literatura a Dylan se armó un escándalo porque, vaya, él no es formalmente un escritor de literatura. A mí me emocionó mucho esa ocasión y no solo porque disfrute de la música de Dylan, sino porque es fundamental que se abra la concepción de lo que es la literatura en este aún joven siglo 21. ¡Hay que bajar a las letras de su pedestal!

En su momento yo propuse que se lo dieran a Alan Moore, cuyas novelas gráficas no son solo eso, tampoco son storyboards como Hollywood a veces cree y mucho menos son llanos comics. Sus tramas con dibujos son un propio género narrativo y por ende literario. Ya completamente exaltado he propuesto que le den el Nobel de literatura a un diseñador de videojuegos cuyo nombre desconozco o incluso a los creadores de Hora de Aventura.

Mis reclamos no fueron atendidos y el escándalo sexual significó un doloroso retroceso.

La Academia tiene este jueves la posibilidad de hacer que el premio retome su carácter histórico. Ojalá estemos ante un parteaguas impredecible.

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