La desigualdad te puede costar la vida. Mientras las personas de la clase alta tienen 10 veces más oportunidades de acceso a una cama de hospital en el servicio público, solo tres de cada 10 personas de las clases más bajas pueden conseguir ese servicio cuando lo necesitan.

Así lo revela el Índice de Equidad Urbana en la CDMX, elaborado por el World Resources Institute (WRI) México, que indica que las personas que viven en alcaldías como Magdalena Contreras, Xochimilco o Milpa Alta tienen que trasladarse hasta tres horas para acceder a una cama de hospital, situación que refleja la desigualdad en salud que impera en la CDMX.

El estudio del WRI destaca el caso de Cuajimalpa, alcaldía en la que no cuentan con una sola unidad médica pública con camas disponibles.

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Para explicar la desigualdad en salud, WRI México dividió a la población de la CDMX en cinco partes iguales (quintiles), según sus ingresos, y descubrió que las clases más desfavorecidas, 61.15% de la población, viven en el segundo y tercer contorno de la ciudad, es decir, en las alcaldías de Azcapotzalco, Coyoacán, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac, Magdalena Contreras, Xochimilco, Cuajimalpa y Milpa Alta.

Desigualdad en salud: ¿cuánto te cuesta estar enfermo?

María Concepción López Fernández es madre de dos hijos, trabaja en un pequeño local de su colonia semirrural en los cerros del sur de Xochimilco, pero ha experimentado en carne propia la desigualdad en salud.

Cuando su hijo estaba a punto de nacer, María Concepción tuvo que pedir un préstamo a unos vecinos. “En el (hospital) infantil no me quisieron atender. Mi hoja de gratuidad me atribuía ese hospital, pero me dijeron que no tenían instrumentos para cesárea. Tuve que ir a un hospital privado”, recuerda.

—¿Los servicios médicos que utiliza están cerca de su casa o dónde están ubicados?

—Si uno tiene seguro se va por el Estadio Azteca, y si no, al (Hospital General Dr. Manuel) Gea González —en Calzada de Tlalpan—, o a Topilejo, o a Milpa Alta, pero todos están a más de una hora.

Doña María asegura que también se puede atender en las farmacias de similares; sin embargo, esos consultorios le quedan a más de media hora de transporte.

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A sus 49 años, Juan Ángel Martínez Fonseca vivió una situación similar en cuanto a la desigualdad en salud, puesto que tuvo que llevar a su esposa a un hospital en Tlalpan a pesar de que ellos viven en el barrio de Santa Cruz Acayucan, en Azcapotzalco, al norte de la CDMX.

“Mi esposa tiene una enfermedad de los huesos: fibromialgia. Tenía una bola, un nódulo en la tiroides y cuando se la quitaron tuvimos que llevarla a un hospital, en Tlalpan. Pagamos como $12 mil, más los costos del medicamento. También con el dolor de huesos, tuvimos que ir a un médico particular. En la fibromialgia hemos gastado mínimo unos $30 mil. Esos gastos sí nos pegan en el bolsillo”, lamenta.

Adriana Ramos López vive en la colonia Olivar de los Padres, en Álvaro Obregón, y es ama de casa. Al ser cuestionada sobre qué tan lejos le quedan los servicios médicos de su casa, la señora de 48 años responde que le quedan como a 40 minutos de distancia, puesto que se atiende en el Hospital de Nutrición, también sobre Tlalpan, gracias al Seguro Popular.

En contraste, Viviana Ortiz —una periodista mexicana de 35 años que vive en la colonia Nápoles y que pertenece al decil 9, es decir uno de los más altos— explica que busca atención privada cuando tiene algún problema de salud y dice que siempre le “ha ido bien”.

—¿Los servicios médicos que utiliza están cerca de su casa? ¿Le resulta muy caro? ¿Alguna vez ha dejado de ir al médico por no poder pagarlo?

—Me quedan cerca. Creo que pago lo justo. No, nunca he dejado de ir al médico, responde.

Chilango entrevistó a 50 personas de 10 estratos sociales diferentes para entender cómo se vive la desigualdad en la CDMX. En alianza con Oxfam México, el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económica (PeriodismoCIDE), y King’s College de Londres, se observó que, además de afectar las realidades económicas y sociales de las personas, la desigualdad marca su capacidad para decidir sobre su vida, soñar y, a su vez, cumplir estos sueños.

La salud, un derecho lejano

En la Constitución de la Ciudad de México la salud es un derecho. “Toda persona tiene derecho al más alto nivel posible de salud física y mental, con las mejores prácticas médicas, lo más avanzado del conocimiento científico y políticas activas de prevención, así como al acceso a servicios de salud de calidad. A nadie le será negada la atención médica de urgencia”, indica el apartado D del artículo 9.

Sin embargo, datos del Inegi extrapolados por Oxfam a la CDMX para el estudio de desigualdad en la CDMX publicados por Chilango establecen que seis de cada 10 personas en el decil uno, es decir, 60% del 10% de las personas más pobres de la ciudad no tienen acceso a ningún tipo de servicio de salud.

La desigualdad en salud también se refleja en el hecho de que cuatro de cada 10 personas del decil tres no tienen acceso a ningún tipo de seguro de salud, mientras que siete de cada 10 personas del decil 7 son derechohabientes de un servicio de salud.

Datos del Gobierno de la Ciudad de México establecen que 80% de los jefes de hogar que viven en la alcaldía de Benito Juárez tienen acceso a seguridad social; sin embargo, el nivel de acceso al mismo servicio baja a 61% en Xochimilco y Milpa Alta.

“Los equipamientos públicos que deberían estar dedicados a atender a la población más pobre no están donde están los pobres. El impacto de todo esto es que la ciudad no está protegiendo de la misma manera a su población”, señala Jorge Macías, director del Departamento de urbanismo del WRI, quien coordinó el estudio.

“Nuestra dinámica urbana, territorial y de vivienda está expulsando a la gente más desfavorecida a los puntos más alejados, lo que hace que estén en condiciones de mayor vulnerabilidad. Y las personas más alejadas de los servicios de salud son aquellas que no pueden recurrir por sus propios medios a atender cualquier eventualidad o emergencia”, comentó Macías en entrevista con Chilango.

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