La banda Sutra existe desde 1999 y si no has tenido la fortuna de escucharlos puede ser por múltiples razones: porque permaneces ajeno a la vibrante escena musical de Guadalajara –de allá son–; porque es un proyecto instrumental y tú prefieres música con letras; porque tu amigo, el que sí los conoce, prefirió guardárselos para él solo… o por simple mala suerte.

Pero se aproxima una fecha ideal para oírlos, finalmente, en el contexto ideal, es decir, en vivo, con show audiovisual completo y con un audio que le haga justicia al viaje sonoro que significan sus creaciones. Como parte del festival Nrmal, se encargarán el sábado 11 de marzo de inaugurar Reverberation, el escenario por donde pasarán bandas que fueron seleccionadas por los creadores de los festivales de música psicodélica Levitation y Austin Psych Fest.

Platicamos con Andrés Orozco, guitarrista de Sutra, sobre la banda a la que llevan dando vida lo que lleva el milenio y con la que han publicado cinco discos y están por estrenar dos más: Pirámide, el sexto de la banda y del que estarán tocando algunos temas; y Sensorial, al lado de Chris Grady, trompetista que ha tocado con Tom Waits, The Residents, The Grassy Knoll…

“Al principio de la banda, éramos cuatro amigos tocando, jammeando, y nadie cantaba, nadie se aventaba letras, y la verdad, siempre nuestras influencias fueron bandas de música instrumental”, cuenta Andrés. “Sentimos desde el inicio que no necesitábamos vocalista, porque estábamos muy acostumbrados a escuchar este tipo de música”.

En 2004 se integró a la banda un VJ para los shows en vivo, Hix, que comenzaría a acompañar desde lo visual cada canción como un complemento del show.

“Cuando componemos o estamos platicando de qué se va a tratar un tema, él está ahí también, desde la concepción de la rola, participando con nosotros. Aparte, siempre nos han dicho que nuestra música es muy visual, amigos pintores y artistas que hacen cine, nos dicen que utilizan mucho nuestra música para inspirarse.”

A propósito de Pirámide, Andrés cuenta que, por la manera en que lo grabaron, con primeras tomas y los siete temas en un periodo de unas cuantas horas, resultó en un disco con mucho punch, muy cargado de energía.

“Creo que lo que más se siente es la psicodelia, el kraut y el progre, pero no ese de progre tipo Dream Theater virtuoso que no nos gusta nada; nos late el progresivo viejito, onda que hacía [Syd] Barrett en los 70. Este disco también está interesante porque siempre nos han gustado los temas largos, y tenemos uno como de 8 minutos y otro como de 13, que son unos viajesones. Siempre nos ha latido tener temas intrincados”.