Mónica Huitrón fue una de las primeras artistas en colocar su perfil en ArteJoven.com para promover su obra, en 2001. Por eso le pareció extraño que, en marzo de 2010, un tal Dan Ismaj, del que nunca antes había escuchado, se
presentara como parte del equipo del portal.

Como precaución, le escribió a Alejandro Borrego para preguntarle. Él contestó que sí lo conocía, aunque en ese momento apenas estaban viendo cómo podrían trabajar.

Mónica lo invitó a su taller en la colonia Portales. Dan llegó puntual a la cita acompañado por Nacho, a quien presentó como su chofer y ayudante: un señor de pelo negro entrecano y de baja estatura. Le explicó que tenían muchos planes con ArteJoven, y que pronto le darían tarjetas de presentación. Le dio más confianza cuando él confesó que «la habían recomendado mucho» y al mostrarle tarjetas de sus clientes, la mayoría médicos de hospitales de lujo, notarios y abogados.

De las piezas que Mónica le enseñó, eligió cinco. Pactaron que se llevaría el 20% de comisión. Firmaron una lista de la obra y Dan mostró su pasaporte para que pudiera escribir correctamente su segundo apellido.

Días después, le llamó para darle una «buena noticia »: «vendí todas las piezas a unos gringos que conozco desde hace mucho; préstame otros lienzos porque ya sé quién los puede comprar».

Volvió al taller de la pintora en abril. Llegó solo porque «se descompuso el coche en el que venía» con su ayudante. A pesar del imprevisto, se veía contento, sonriente, tranquilo. Le aseguró a Mónica que a más tardar en 48 horas tendría el dinero por los primeros cinco cuadros. Y le pidió otras siete telas que le parecían ideales para unos clientes.

Pasó casi un mes y la artista comenzó a preguntar por el pago. «Ya lo hice, pero todavía no aparece en tu cuenta», confirmó Dan. Los siguientes tres días no hubo nada. Molesta, le dejó un mensaje en el buzón de voz, pidiéndole que, «si me robaste, dímelo francamente». Él devolvió la llamada a carcajadas: «¡No hay problema, no soy ningún transa!».

Le explicó que «tuve que cuidar a mi padre, que se puso muy enfermo». Le aseguró que en ese mismo instante se dirigía a la computadora para realizar la transferencia por internet. Hasta hoy no ha habido señales del depósito. En los siguientes intentos de hablar con Dan, Mónica escuchó el mismo mensaje una y otra vez: «El usuario al que desea contactar no tiene activado su buzón o no contesta el teléfono».