Dicen que en el amor se comparte todo: la dicha y la pena, la salud y la enfermedad, la abundancia y la pobreza, pero también, y de manera muy especial, se comparte a los parientes. De éstos, la joya más singular (por decir lo menos) es la progenitora de tu amorcito, sí, la mera mera autora de sus días.

Criticadas por unos, defendidas por otros, las suegras son algo así como el América entre la familia política: o las aman o las odian; no hay medias tintas. Por esta razón, hemos creado un compendio de las frases más insignes y representativas de ese ser todo bondad, todo veneno, que hace de nuestros días en parentela un festín de amabilidad o mala onda.

Aquí vamos:

-“Esa buscona no me gusta para mi bebé”.

-“Me traes a mija temprano, eh”.

-“¿Sabes cocinar?, porque mi niño es de muy buen diente y nada más le gusta mi comida”.

-“¿Cuánto ganas?, porque mi hija está acostumbrada a lo mejor”.

-“¡Qué arrugada trae la camisa! Seguramente no le planchas”.

-“¿Ya vas a empezar de borracho? Su ex novio no tomaba”.

-“¡Qué casa tan desordenada! Hasta parece que no hay una mujer aquí”.

-“¡Ay, si se hubiera casado con fulanito, ése la traía en carro”.

-“Él tiene muchas amigas, eh, vete acostumbrando”.

-“Menganito (el ex) nos invitaba a comer”.

-“Como que no deja muy blancas las camisas: ha de ser una fodonga”.

-“¿Por qué la traes a estas horas? No la muelen: una cosa es Juan Domínguez y otra no me chin…”.

-“No sé cómo, teniendo mejores partidos, mija se fijó en éste. ¡Es un don nadie, un pelagatos!”.

-“Vas a tener que traer a tus papás para que hablen con nosotros”.

-“¿No que ese tipo era tu primo? ¡Qué confiancita!, ¿no? Donde se entere mijo, la que se te va a armar”.

-“De aquí no te la llevas, si no es de blanco”.

-Por teléfono: “no te puede contestar, está muy ocupado”.

-“¡Urge que se casen!, aunque sea por el civil”.

-“Esa chamaca nada más le quita el tiempo a mi niño; él tiene que acabar su carrera”.

-“Ya se están tardando en hacerme abuela”.

-“¡No tiene remedio este hijo mío! A ver si tú puedes cambiarlo”.

-“Yo les cuido a los niños; aquí van a comer mejor”.

-“¿Y ese vestido? Se ve que es fino. Para que lo sepas: mi hijo no es rico”.

-“Ya es muy tarde, ¿qué no tienes que llegar a tu casa?”.

-“Quedaste medio gordita después del embarazo”.

-“Por si no lo sabe, joven, ésta es una casa honrada”.

-“Esa mujer lo está alejando de mí, que soy su madre”.

-“Me voy con ustedes una temporadita para echarles la mano; sólo serán unos seis u once meses, más o menos”.

-“Más te vale que me cuides a bebé” (¡de cuarenta años!).

Como podrás ver, las suegras siempre están dispuestas a aportarnos lo suyo: su experiencia a prueba de todo; su crítica propositiva y desinteresada; su regaño pleno de sabiduría y ternura (sí, tú, ¡cómo no!); su regazo y cariño de segunda madre.

Y a ti, ¿qué otras frases te ha dicho tu suegra?, ¿la amas o la odias?, ¿deseas colmarla de besos o aventarla de un barranco? Sea cual sea tu caso, háznoslo saber.

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