Todos fuimos alguna vez estudiantes y aprendimos un montón de cosas que nos han hecho lo que ahora somos: ilustres profesionales, artistas destacados (sí tú, ¡cómo no!), indiscutibles eminencias del godinato, así como frecuentes ganadores del “empleado del mes”.

Sin embargo, entre toda esa sabiduría acumulada a lo largo y ancho (muy ancho) de nuestro currículo, existen grandes conocimientos que adquirimos en la escuela, pero nunca, ¡jamás!, los utilizamos en la vida cotidiana. He aquí algunos:

1. El binomio cuadrado perfecto

Quién no recuerda esa operación algebraica que parecía ser nomás para matar el tiempo en clase: (a+b)2 = a2 + 2ab + b2, pues alcen la mano aquellos que la han usado en la vida real. ¿Nadie? Pero, ¡ah, cómo nos daban lata con esto en la secun! Como sea, resolver binomios y factorizar trinomios era la antesala de la verdadera friega: ¡las ecuaciones!

2. Distancia por tiempos

Como creación de algún perverso militar (Napoleón, Hitler), o de la mismísima Elba Esther Gordillo, la “distancia por tiempos” era una auténtica tortura los días de ceremonia en la primaria. Y ahora en la vida adulta nadie ocupa eso, aunque estaría chido aplicarlo en la cola de las tortillas o en la taquilla del metro, nomás para poner el orden.

3. El objeto directo e indirecto

Ese elemento que recibe directamente la acción del verbo en los enunciados bimembres, ¡ah, jijo!, ¡cuántos sustos nos sacó! Y ya no digamos el “objeto indirecto”, ése sí era para verdaderos másters. Sin embargo, salvo los lingüistas, ¿qué chilango va por la vida analizando la sintaxis de sus cuates, los predicados de sus vecinos, el objeto directo de su novia?

4. “Cambio de dirección a la derecha… ¡ya!”

De mocosos, era un orgullo sacar buen promedio y formar parte de la escolta; significaba ser parte de una élite admirada y respetada. Incluso, había chavitas que jugaban a la escolta, con la escoba o el trapeador en lugar del lábaro patrio. Por ende, todos conocíamos al dedillo esas instrucciones aprendidas en la escuela: “cambio de dirección…”, “marcar el paso en su lugar…”, “media vuelta… ya”. Pero la mera verdad es que nadie utiliza eso en su vida diaria o en su chamba, a menos que sea sosteniente de los pelotones, es decir, soldado.

5. El ciclo de Krebs

Ya sea que se trate de una célula aeróbica, eucariota o procariota, “el ciclo de Krebs” es una sucesión de reacciones químicas que forman parte de la respiración celular (así lo dice la santa Wikipedia y así aparece también en nuestros viejos apuntes de Biología). Lo que nunca imaginó el buen Hans Adolf Krebs (descubridor de tan importante ciclo) es que su aporte a la ciencia serviría para flagelar adolescentes, a quienes ya de grandes les importará un bledo tan genial conocimiento.

6. El teorema de Pitágoras

“El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”. Sin duda no faltará por ahí algún despistado que ya ni siquiera recuerde qué es un cateto, o que piense que se trata de un albur. Sin embargo, la gran mayoría de los chilangos no olvidaremos nunca este suplicio de la geometría, aunque en nuestro día a día nunca le midamos la hipotenusa a ningún triángulo rectángulo, jeje.

En fin, chilangos, no nos dejarán mentir: hay cosas que se aprenden en la escuela con un esfuerzo muy duro, y en su momento son de mucha utilidad, pero ahora nomás no las ocupamos para nada.

De tal modo, digan de su ronco buche, ¿qué otros conocimientos adquirieron nomás para llenar su memoria RAM?, ¿qué tesoros de sabiduría, jamás utilizados, guarda su chompeta?

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