Todos, en mayor o menor medida, llevamos a un empresario dentro y si no, mínimo, tenemos un aire de especialista en finanzas personales o de mago para eso de hacer rendir la quincena.

Sobre todo si eres de ésos que se sienten “mileurista” pero que en realidad no llegas ni a los cuatro mil pesos quincenales por estar atado a un escritorio ocho horas diarias más una de comida.

Está bien, no ganas tanto, pero tienes internet gratis para facebookear, twittear, stalkear. Puedes coquetear con las chicas de la oficina en el garrafón, si eres godínez high class, quizá en la cafetería o comedor de la empresa, o en las áreas destinadas para fumar. O tal vez tienes un puesto de “supervisor” de tal o cual cosa innecesaria —que es el equivalente a Técnico Nuclear en los Simpson— por el que no te pagan más.

Todas estas “prestaciones” están bien, pero la verdad es que eso no llena el tanque de gasolina ni paga la renta ni, mucho menos, los cubetazos en la Chilanguita. No señor.

Lo que tú necesitas —si tú godínez— es cash, marmaja, pasta, billullo, dinero pues.

Es ahí donde tendrás que hacer uso de ingenio para hacerte de unos pesitos, pero como todo en este mundo, ya hubo sabios —verdaderos genios— que lo hicieron antes por ti. Aquí te damos una ayudadita para que emprendas tu ‘negocito godín’ desde la comodidad de tu oficina. ¿Los hemos probado en carne propia? Tal vez.

Éstos son los negocios más comunes y algunos más elaborados del godín.

1.- El dulcero clandestino

Sí, ya sabemos que recursos humanos prohibió que se venda cualquier tipo de cosas en la oficina y que la vigilante nomás anda checando si de verdad te vas a comer esa bolsita jumbo de panditas o la andas revendiendo.

Pero éste es, quizá, uno de los negocios más rentables, y viejos, del mundo godín. Normalmente lo lleva a cabo una o varias personas que trabajan en binomio: el que guarda la merca —en su cajón, palomar o archivero— y su palero —el encargado de hacer publicidad y elegir al selecto grupo de godínez que podrán tener acceso a ese manjar.

Los productos que se manejan en este giro son regularmente dulces y botanas a granel (gomitas, chocolates, fruta deshidratada, las 25 presentaciones de cacahuates: enchilados, salados, japoneses, españoles, garapiñados, etcétera) metidos meticulosamente —por la señora, mamá o incluso hijos godínez— en bolsitas de celofán engrapadas. Los que practican este arte suelen ser muy desconfiados y eligen bien a sus clientes —no sea que vayan a rajar con Lupita de RH y se acabe el negocio.

2.- La chica de catálogo

También es uno de los business que han soportado el paso del tiempo y es principalmente por dos razones: los catálogos y la facilidad de pago.

Aunque parecen del siglo pasado, los catálogos fueron diseñados para atraernos como abejas a la miel, hormigas al azúcar. Y las ofertas, porque en realidad uno no se puede negar a algo que está en descuento y a pagos sin intereses.

Aunque tradicionalmente es un negocio de mujeres, tampoco falta el diverso que le entra a la venta de zapato-teni’ Andrea, colchas, perfumes, cremas, maquillaje, ropa, trastes, bisutería, joyería de plata, utensilios de cocina y hasta calzones, por qué no. Los empresarios del catálogo dicen que el truco está nunca faltar el día de quincena.

3.- Los deportistas

No, no se trata de organizar un equipo y cobrarle a tus compañeros —aunque ahora que lo pienso no es mala idea: hasta podría venderles los uniformes, pero estamos divagando—, cuando decimos deportistas nos referimos a un ‘jale’ godín particularmente practicado entre hombres y una que otra mujer: las quinielas.

No dudo que haya quien la organiza, de verdad para convivir, pero cualquier cosa que involucra dinero es de dudarse en una oficina. Dicen los quinieleros más profesionales —que bien podrían ser dignos discípulos de Tony Soprano— que el truco está en sondear en qué deporte menos versados tus compañeros y de ahí convencerlos a participar.

4.- Los innovadores (auto compartido)

Nos referimos a aquellos que hacen algo que parece buena onda, pero en realidad es una manera práctica de ganarse una lana. Se trata de una nueva movida y por ello desconocida, tanto que es difícil nombrarla, por eso es mejor ejemplificarla.

Una vez, Rodríguez el de contabilidad le dijo a unos compañeros de la oficina que vivían por su rumbo que por qué mejor no les daba un ride y así ya no llegaban en transporte. A cambio ellos le completarían lo de la gas cuando hiciera falta.

La verdad es que a Rodríguez le llenaban el tanque cada semana y él ya no invertía ni un peso en su transporte y le sobraba para dar el rol el fin de semana.

No sabemos si eso es malo o bueno, pero pasa.

5.- La madre de todos los negocios godín

Claro, no podía ser otro que las tandas que más bien fue un business como de barrio que brincó hacia las oficinas. No sobra nada que decir más que lo que decía una vecina —maestra en el difícil oficio del jineteo de lana— que el verdadero beneficio de organizarlas estaba en elegir los mejores números que son los primeros y los últimos.

6.- Las rifas

Tenemos bien documentado que en algunas oficinas, ya que se acerca el día de quincena, ése que parece tan lejano como la Navidad, hay quien organiza rifas exprés para juntar una lanita y llegar al día más feliz de los godínez. Esta modalidad es sólo para eso, para cuando falta uno o dos días antes de la fecha de pago y consiste en que juntes a unos 4 o 5 compañeros y compañeras, si se pueden más mejor, y pedirles 10 o 20 pesos. Después se hacen papelitos con el nombre de cada participante y después sacan el boleto ganador. Puede ser a la primera, a la tercera o a la que ustedes quieran. La adrenalina godín estará al máximo y además puede ser que te ganes esa lanita que tanto hace falta.

En fin, éstas son sólo seis muestras de que los godínez somos hábiles a la hora de hacerle la luchita con la lana. Si saben de otras que sean efectivas, póngalas acá abajito, con gusto las implementaremos a la brevedad.

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