El ser humano siempre ha sentido el impulso de observarse a sí mismo. Esta inquietud natural se refleja en toda la historia del arte. Sin embargo, aunque es un tema universal, la conexión con nuestro propio cuerpo constituye un tabú, incluso actualmente. Investigando sobre estas directrices, platicamos con la artista María Kalach, quien explora en sus pinturas la relación entre el cuerpo desnudo, la curiosidad y el erotismo.

María Kalach: el cuerpo desnudo como paisaje

En el Estudio Croma, repleto de crayones, acuarela y óleos, María recuerda la primera vez que trazó un cuerpo desnudo: “Realicé una representación de cupido a los cuatro años y, en ese entonces, la maestra me dijo que eso estaba mal. Creo que volví a pintar otros cuerpos hasta la universidad. Allí noté que no había dibujado genitales masculinos desde hacía mucho tiempo”.

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Tal como le sucedió a María, muchas personas inhiben desde la niñez su curiosidad innata por el cuerpo; irónicamente, siempre están expuestos a él bajo dos contextos: el clínico y el pornográfico. “En el primer caso, observamos nuestra anatomía con miedo de estar enfermos; en el segundo, nos hallamos ante una imagen sensual, idealizada y comercial”.

Bajo estas circunstancias, resulta poco común aproximarse hacia la anatomía humana sin pensar de forma obligada en el apetito sexual. Es en este punto donde interviene el arte. En efecto, María nos cuenta que su obra, más que en el erotismo, se basa en la observación y la curiosidad: “Así como puedes admirar un paisaje, puedes también admirar un cuerpo.”

El respeto y admiración por las formas del cuerpo

En este sentido, no importa si el desnudo busca estimular sexualmente a su espectador, sino que despierta su curiosidad innata. “Cuando estoy pintando no busco hacer obra erótica; intento crear una exploración táctil y pinto el recorrido imaginario de mi dedo sobre un cuerpo”, nos relata María, cuyas obras siempre se inspiran en modelos reales.

Entonces, ¿hay lugar para el erotismo en su obra? Según la artista, lo erótico se manifiesta durante su proceso creativo: “Cuando observo un cuerpo, me detengo a contemplar sus formas, sus curvas y, finalmente, comienzo a desarrollar un sentido de admiración hacia la persona, aunque no la conozca. Hay algo muy amoroso al observar un cuerpo sin juzgarlo”.

El respeto y admiración por el cuerpo ajeno se refleja en la diversidad de formas, tamaños y colores que definen el estilo de María. Estas representaciones respetuosas y no idealizadas del ser humano contribuyen en gran medida a la aceptación, al amor propio y al redescubrimiento de la curiosidad hacia nosotros mismos.

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María Kalach forma parte del Estudio Croma, un recinto que congrega el talento de varios artistas emergentes al oriente de la capital. Si quieres conocer más de su obra, sigue sus redes sociales y no te pierdas las próximas actividades del estudio.

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