Cuando nos encontramos frente a cualquiera de las fotografías que Flor Garduño ha construido en más de 30 años de carrera es inevitable pensar en poesía. Con la contundencia y el poder evocador de un haikú puede quedar resonando en nosotros alguna de sus naturalezas silenciosas…

Con la efectividad de un verso rezumando recuerdos que de pronto descubrimos entrañablemente nuestros se despliegan sus imágenes en blanco y negro hasta habitar nuestra memoria. Ese don para aliarse con la luz para construir imágenes icónicas, lo mismo si fotografía un desnudo que si acude al paisaje, puede ser atestiguado este mes en la galería Patricia Conde.

Bajo el título de Memorias del presente –un guiño a Recuerdos del porvenir, la novela de Elena Garro–, se exhiben hasta el 9 de junio más de 20 imágenes que tendrán como hilo conductor haber formado parte de alguno de los proyectos editoriales con los que ha dado salida a su trabajo desde 1985, cuando se publicó Magia del juego eterno, editado por Francisco Toledo.

Así, el espectador, tanto el que está familiarizado con su trabajo como el que tendrá un acercamiento con él por vez primera, tendrá un recorrido por sus distintas temáticas y obsesiones, así como las distintas maneras y técnicas en que ha venido mostrando su mundo interior y la forma en que ha conseguido hacer realidad un sueño temprano a través de la fotografía: convertirse en pintora.

«Mi gran pasión de toda la vida es la pintura», cuenta en entrevista. «Los grandes maestros de la luz en la pintura fueron Caravaggio, Rembrandt, Goya… A mí me ha ayudado mucho la pintura en cuestión de composición, de balances, de tensiones.»

Y si bien la alusión a la pintura es constante cuando habla de su formación y sus pasiones, de pronto asoma de manera literal, como en sus homenajes o paráfrasis, como la que hace en esta exposición al trabajo de Edward Hopper.

Para Flor, cada exposición es como una edición. «Hay que entender el espacio donde uno expone, y no solamente llenar de imágenes por llenar. Tengo que entender el espacio para que pueda dialogar con las imágenes». Con esa idea en mente, propuso para el patio de la galería una serie de naturalezas silenciosas con propuesta a nivel tonal.

«Siempre me ha gustado hacer fotos oscuras, pero buscando detalles que no se ven a primera vista».