«¿Cómo andas de condición?», me dice Juanjo Sainz, con mirada traviesa. Sin esperar respuesta, se echa a correr y sube a velocidad envidiable los tres pisos que hay que franquear para llegar a su estudio. Acepto el reto y lo sigo como puedo, intentando estar a la altura de las circunstancias. Ya en su estudio, Concha, su perrita pug, me da el visto bueno y me otorga el pase de entrada.

Administrador de empresas por formación, Juanjo Sainz lo dejó todo para perseguir un llamado espiritual: el llamado de la pintura.

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Foto: Juanjo Sainz

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Comienza el tour: «Este soy yo como monja coronada. Cuando conocí la historia de las monjas coronadas, me pareció algo interesantísimo y me pinté como una. Mira, este soy otra vez, como un Napoleón sobre su caballo. Ah, esta es importante: soy yo vestido como viejito danzante». La historia detrás de este cuadro está de no creerse: Juanjo, vestido como viejito, se presentó el Día Internacional de los Pueblos Indígenas en el Museo Tamayo, rindiendo un homenaje personal al pueblo purépecha. El personal de seguridad le negó la entrada, argumentando que «no podía entrar vestido así». Juanjo Sainz lo documentó todo en video e hizo esta pintura en la que él se encuentra retratado dos veces: una de frente y la otra de espaldas, retirándose del museo, derrotado.

El tour continúa: me cuenta cómo el año pasado, gracias al largometraje Bellas de noche, se adentró en la figura de Lyn May para retratarla en una serie que dio de qué hablar. «Con esa serie yo buscaba revalorar a una de las divas que nos sobreviven. Me daba tristeza ver que una mujer, cuyo único error fue inyectarse la cara, fuera víctima de tanto bullying». La inauguración de esta exposición no pudo ser mejor: la misma Lyn May, acinturadísima y pícara, se presentó y elogió sus retratos: Lyn May Princesa Leia, Lyn May cara de huevo estrellado, Lyn May mesera de Sanborns.

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Altiva, displiscente, encumbrada, otra mujer me mira a través de la obra de Juanjo Sainz. Se trata de su más reciente trabajo, aún en producción. 25 obras que retratan a una mujer que ha desafiado lo que ella considera «la gran farsa del arte contemporáneo», o «arte VIP: Video, Instalación, Performance». Ella, vestida de cajera de Oxxo, obesa y cubierta de tickets de supermercado, flechada, incluso deformada. Sin embargo, es claro de quién se trata: la crítica de arte que a últimas fechas se ha vuelto un fenómeno mediático, un acto performático en sí misma. Pero Juanjo Sainz no menciona su nombre: «Ella es mi maestra. De ella aprendí que las obras tienen que explicarse por sí mismas. Es por eso que nunca menciono su nombre y por ello ninguna de las obras de esta serie tiene título. Si tuviera que nombrarlas, o a ella, estaría fracasando como artista, según sus enseñanzas. Lo único que lleva nombre es la muestra, y se llama Contigo aprendí», me dice Juanjo.

Como «ese amor que no se atreve a decir su nombre» –al estilo de Wilde–, Juanjo es experto en ser esquivo: nunca menciona el nombre de su musa. Solo es “ella”, “esta crítica”, “ella” otra vez.

Me rindo. Ya no intento sacarle el nombre de “la crítica”. Prefiero desvelar qué lo llevó a hacer esta serie de retratos. «Cuando supe de ella la primera vez quedé impactado. Me dije: ¡Hay alguien más que piensa como yo, que se burla de la farsa del arte contemporáneo y no tiene empacho en expresarlo! Y como en todo enamoramiento, vino una etapa de idealización. Luego, me di cuenta de que no era tan infalible, empecé a ver sus grietas, sus contradicciones. El ideal se resquebrajó, y si bien el amor que siento por ella se mantiene, también reconozco que tiene sus debilidades».

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Contigo aprendí, de Juanjo Sainz

Dónde: Restaurante Flora Lounge, Michoacán 54, Condesa / juanjosainz.com

Cuándo: hasta el 25 de abril.

Cuánto: