Inefable: (adj) Algo tan increíble que no puede ser expresado con palabras.

Este letrero, quizá uno de los más bellos jamás creados, hoy decora una pequeña mesa de madera en el Mercado de Jamaica. La mente detrás de esta joya publicitaria es una joven estudiante de la UAM Xochimilco. A Itzayana, sus compañeros simplemente la conocen como “Flores” o “Flowers”, por la actividad a la que se dedica fuera del salón de clases.

La imagen de este modesto cartelito escrito sobre una cartulina fluorescente ya ha dado la vuelta en las redes sociales, principalmente en Twitter, donde acumula miles de retuits y likes. «Estoy sorprendida. Sabía que una chica que da recorridos por el Mercado y que es guía de turistas de extranjeros le había tomado una foto y la había subido a Instagram, pero no sabía que la imagen se había vuelto popular. La última vez que revisé tenía como cuatro o cinco corazones, por lo que pensé que había pasado sin pena ni gloria».

Itzayana lleva las flores en el alma y en el árbol genealógico. Desde su bisabuela su familia se dedica a la venta de flores y ella, orgullosa, ha tomado la estafeta, imprimiéndole a la actividad familiar su propio toque.

ramos inefables

Foto: Pável M. Gaona

Cuando no está en las aulas preparándose como agrónoma o armando sus famosos “ramos inefables”, Itza es una lectora entusiasta. «La palabra “inefable” la conocí a través de una maestra a la que admiraba mucho en el Colegio de Bachilleres, que es donde estudié. Esta maestra, Alma López, escribe poesía bajo el pseudónimo de Jade, y usaba en clase palabras poco habituales que me llamaban la atención».

La palabra se quedó impregnada en su mente junto con algunas otras, como “etéreo”, “sutil” o “cósmico”. «También me gusta mucho el nombre “Tonatiuh”, que significa “el Sol”. Me gusta por su sonoridad y porque además tiene un simbolismo guerrero», nos dice Itzayana, mientras atiende a un cliente que se acerca atraído por el curioso letrero.

ramos inefables

Foto: Pável M. Gaona

«Soy músico y vengo a comprar flores para una amiga chelista que hoy tiene una presentación», nos cuenta Guillermo. Para él algo inefable sería precisamente la música, o el significado de la existencia.

Itza, con manos diestras y un ojo clínico para la decoración, le sugiere a Guillermo los colores que quedarían mejor con las flores que él ha elegido. Unos minutos después, el ramo está listo y Guillermo se retira satisfecho, con su ramo en la mano y una sonrisa en el rostro.

¿El costo? 40 pesos. «La mitad de lo que cobro se va en material: la cinta, el celofán, el listón, el moño. Por ejemplo, si las personas me traen sus propios materiales se los dejo únicamente a 20». Este es el precio por un ramo de hasta cinco docenas de flores.

Una vez más, un ramo inefable ha sido creado. Ten la seguridad de que si vienes al Mercado de Jamaica, en el muro 58, Pasillo J, Carril 2, Itzayana te recibirá con una sonrisa, un trato amable y pondrá su arte como armadora de ramos a tu servicio para que te vayas satisfecho.

Tal vez, si tienes suerte, mientras platicas con ella te enseñe una palabra nueva, como esas que aprende en sus libros y se le han quedado atornilladas en la memoria.