Hay trabajos y oficios en la Ciudad de México que van perdiendo sentido y demanda por las nuevas generaciones de chilangos, por lo que ahora estánal borde de la extinción.

Las nuevas tecnologías, la aparición de la fayuca y la cultura de lo desechable (úsese y tírese) hacen que oficios y trabajos altamente demandados en otras épocas, hoy sean sólo un recuerdo y parte de la narración de un abuelito chilango.

Camoteros, zapateros, peluqueros, organilleros, relojeros, escribanos, entre otros oficios, ya no son tan socorridos como hace 20 o 30 años, actualmente forman parte de un folclor que se desvanece poco a poco y que ya casi nadie conoce o recuerda.

Diversos trabajos que requerían de ingenio, fuerza, creatividad y tacto con la gente, son víctimas de la modernidad, por eso antes de que desaparezcan te presentamos siete historias de chilangos que sobreviven con un oficio en peligro de extinción.

Vendedor de petróleo

Don Samuel vende petróleo en Azcapotzalco y no es un traidor a la patria. Don Samuel mantiene vivo el negocio que comenzó hace 86 años su abuelo y luego continuara su padre. Con orgullo nos comenta que tiene 40 años al frente del Expendio de Petróleo. Las ventas varían a diario, cada vez son menos, debido al uso de otros combustibles en el hogar, por ejemplo, ya no se fabrican estufas de petróleo, tampoco lo consumen como antes las tintorerías, los baños públicos y los talleres mecánicos. “Últimamente las ventas han bajado mucho, pero se vende poco a poco”. Con un tono triste en la voz, revela que en los últimos 10 años las ventas en su negocio han caído en un 60 por ciento. Cada semana vende alrededor de 200 litros de petróleo a 14 pesos por cada uno.

68632Petrolero mexicano

Petrolero mexicano (Paris Alejandro)

Carbonero

Si escuchamos la palabra “carbonero”,quizá lo primero que venga a la mente es asociarlo al apellido de un futbolista o de una española famosa. La modernidad y la conservación del medio ambiente hicieron que el carbón ya no fuera un artículo de primera necesidad para la preparación de los alimentos. Javier lleva más de 20 años vendiendo carbón en la colonia Benito Juárez en Tultitlán y lo adquiere en Tamaulipas. Las amas de casa ya no le compran, hoy sus clientes son comerciantes ambulantes de comida que compran carbón para calentar los tamales y las garnachas. El kilo de carbón tiene un precio de 8 pesos y vende alrededor de 25 kilos durante una jornada de 12 horas.

68634De oficio carbonero

De oficio carbonero (Paris Alejandro)

Afilador

José de Jesús pertenece a la tercera generación de afiladores, lleva 38 años al frente de la “Filaduria”. Su abuelo Evaristo comenzó con el oficio montado sobre una bicicleta y la flauta de pan con el sonido característico hace 56 años por las calles del norte de la ciudad. José de Jesús aprendió empíricamente el oficio de afilador desde los 8 años y luego se preparó como técnico en máquinas y herramientas para aprender más de metalmecánica y no sólo afilar cuchillos y tijeras, también serruchos, discos de rebanadora y sierra de cinta. La incursión de los artículos chinos de dudosa calidad hacen que este oficio no tenga futuro, un cuchillo de fayuca cuesta 8 pesos y por afilar uno cobra 10 pesos, por lo que las amas de casa prefieren comprar uno nuevo. Sin embargo, esos cuchillos de importación no resistirían el esmeril. En su negocio de Azcapotzalco, por día, José de Jesús afila 15 cuchillos, tijeras y alicatas.

68629Sacando filo

Sacando filo (Paris Alejandro)

Vendedor de tierra para las plantas

Las carretillas con los costales y los botes de chiles con los que se despacha la tierra cada vez son menos. El grito matutino de los fines semana se apaga suavemente como el fuego de un cerillo: “¿No va a querer tierra para las plantas, señora? Felipe vende actualmente una bolsa con alrededor de 1.5kg de tierra de cerro en 10 pesos en la colonia Bosques del Valle en Coacalco. El cuidado del jardín pareciera obligación exclusiva de las abuelitas y ellas son casi las únicas “clientas” de los vendedores de tierra para las plantas.

68633Para las plantas

Para las plantas (Paris Alejandro)

Vendedor de botones

Carlos lleva más de 50 años vendiendo botones al menudeo, desde la fundación del Mercado Azcapotzalco. Decenas de colores y formas integran el catálogo para los clientes que perdieron un botón o para las amas de casa que aún tienen la paciencia de tejer “la chambrita para el nieto”. En estos años, para diversificar su oferta le sumó la venta de broches para bolsas de mujer.

68631Hay botones...

Hay botones… (Paris Alejandro)

Pajarero de la suerte

Hay quienes juegan con el pajarito y otros trabajan con él. Hacer que entre y salga el pajarito es un arte que obtiene su recompensa y un movimiento de este pequeño animalito puede definir el futuro. Miguel Ángel pertenece a la segunda generación de “pajaritos de la suerte”, aprendió a entrenarlos viendo a su tío. La modernidad ha hecho que este oficio vaya desapareciendo, ya que es más barato descubrir qué te depara el destino por un mensaje de celular o leer el horóscopo por internet. Entre semana, coloca su pequeña mesa con dos diminutas jaulas blancas y dos canarios cerca del Jardín Hidalgo y los domingos, en el Parque de los Venados. Cada mensajito cuesta 5 pesos.

Reconoce que sus ingresos con el paso de los años han variado pero que se puede vivir bien, aunque no holgadamente. “Hay días bueno’, hay días malo’. En los últimos años ha bajado, pero así es esto”. Además de los bajos ingresos, otras amenazas son las leyes de protección a los animales y dos o tres ambientalistas chilangos dispuestos a defender los derechos de los pajaritos.

68630Pajarito de la suerte

Pajarito de la suerte (Paris Alejandro)

Merolico

Don Genaro coloca su silla a un costado del acceso oriente del Metro La Villa. Comienza a gritar para llamar la atención de los devotos que buscan la Basílica de Guadalupe. Inicia un discurso sobre la fe y comienza a cuestionar las creencias de los curiosos y qué tanto estarían dispuestos a sacrificarse en nombre de la Morenita del Tepeyac. Más de siete groserías por minuto acompañan su mensaje sobre la importancia del amor a Dios para estar bien. Termina vendiendo pequeñas imágenes y dando asesoría espiritual. Dice que los rumores de que “es una estafa” le crean mala fama y los ingresos se ven mermados, sin embargo “la gente se para a escuchar pero ya no me regala una moneda como antes, piensa que me estoy haciendo rico”.

68628Vendedor de esperanzas

Vendedor de esperanzas (Paris Alejandro)

¿Qué otro oficio crees que está en peligro de extinción?