A plena llegada puedes ver que el restaurante posee una dualidad que muestra una cara de elegancia y exclusividad mientras que la atmósfera en general es aquella de un sitio rústico, familiar y cálido. Sillas de madera ámbar, techos de piezas de roble claro acomodadas individualmente y paredes retacadas de troncos reales te envuelven y al mismo tiempo absorben ese aroma ahumado exclusivo de una parrilla argentina.

Los meseros son amables y atentos, cualquier duda o petición será respondida y atendida a la brevedad y de la mejor manera. La calidad de la comida es excelente y me lo comprueban los comensales, de acento argentino, que alaban el sabor de sus entradas mientras yo recibo las mías de brazos abiertos. El carpaccio de papa, por ejemplo, es una alternativa diferente, fresca y deliciosa,se cubren láminas de papa fresca y con una costra de hongos y ambos ingredientes crean un sabor añejo digno de probarse. Al mismo tiempo el provolone con cama de hongo shiitake y tomates deshidratados es una batalla de sabores donde la acidez de la verdura se va apagando con lo terso del queso yla suavidad del hongo. Las empanadas, tanto las de carne como las de espinaca,como era de esperarse: suaves, en su punto y de sabores intensos cruzándose con el crunch de la masa recién horneada.

Pasando a palabras mayores, nos vamos al plato fuerte y la recomendación unánime es el porter house (corte con hueso sacado del lomo bajo de la res) con jitomates frescos en vinagreta y mantequilla que se derrite con la pura temperatura del corte hasta crear un glaseado que enriquece el sellado de la carne. Una mitad está llena de sabor y contiene la grasa que es suave y se deshace en la boca, el otro 50% es casi un filete tierno y sin invasiones. El consejo aquí es pedir el filete término medio, no más, para poder obtener todo el sabor del corte a través de sus propios jugos. Para quien quiera probar otro clásico, también hay entraña. Al momento del postre hay sólo cinco opciones, y cada una luce tan apetitosa en carta como lo hacen en realidad. Tras otro consenso en la mesa, el ganador es una torre de merengue de almendras con relleno de helado de vainilla con plátano y dulce de leche. Ojo, normalmente no viene con el dulce y no se anuncia en la carta. Pero si lo pides así, con todo gusto te traerán tu orden con ese corazón de manjar blanco.