Hasta hace un tiempo la única opción en helados de estilo artesanal italiano en la concurrida avenida Michoacán de la Condesa.

Hoy, aunque la competencia aumentó considerablemente, este sigue siendo un punto clave de reunión para algunas tribus condeseras, en especial la comunidad gay que aprovecha las mesitas banqueteras para ver y ser vistos.

La variedad de nieves y helados es siempre atractiva, algunas frutas de temporada y mezclas deliciosas de chocolate y leche como el clásico stracciatella (helado de leche y trozos de chocolate) o pistache que como no es tan dulce se puede apreciar el sabor de verde fruto seco.

El sabor de estos gélidos manjares es siempre controversial. La opinión no se pone de acuerdo, o los aman o los odian. Lo cierto es que su encanto tienen, tanto que no dejan de abrir más sucursales en la ciudad.

El café es siempre una buena opción para complementar, pero lo que aquí domina es el helado. Se agradece el Internet inalámbrico.

El servicio es amable y cordial, aunque en eso si hay unanimidad, si el lugar está lleno, el servicio se vuelve errático y descuidado.

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