Si mencionamos la Fonda del Factor a cualquier adulto con buena memoria, recordará con cariño este icónico restaurante de la zona de San Ángel. Hace 20 años cerró sus puertas, pero para fortuna de los que disfrutan comer la comida tradicional mexicana, regresó.

La arquitectura contemporánea guarda en sus paredes recetas de aquel México en el que la cocina no se hacía con prisa. El menú presume su legado culinario; mismos platillos, mismo concepto que antes. Tal es el caso del estofado de boda: res con achiote, mezcla de chiles y fruta (imagínense una salsita tipo mole pero afrutada). Es la estrella del lugar. Y es que, más que un simple guiso, es un imperdible en la cultura gastronómica mexicana. La leyenda cuenta que, durante sus 72 horas de cocción, nuestros ancestros bajan para sazonarlo a su antojo.

La opción al centro, definitivamente, es el huitlacoche. La fórmula secreta de éste es la preparación artesanal: martajado y sofrito con cebolla. Combina toques dulces y salados que encuentran su balance al fusionarse con un poco del queso doble crema que lo acompaña.

Teniendo tanta historia, es imposible que este lugar dé pasos para atrás. La ejecución de los platillos es impecable, pero quizás un poco de innovación no le caería nada mal a la carta. Eso sí, desaparecer tantos años y regresar como campeón tiene su mérito.