NY de los ochenta, drama, movimientos sociales y mucho ball en Pose. Hace más de una década era impensable encender el televisor y ver una batalla de drag queens cubiertas de glitter, queer boys dando consejos de moda, o shows sobre asesinatos plagados de escenas homoeróticas.

Ryan Murphy —mente maestra detrás de Glee, American Horror Story, Versace— se dio cuenta de esta necesidad  y ha dedicado su carrera a hacer “brillar” a aquellos que usualmente son marginados por la sociedad.

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Pose se adentra al submundo de los balls ochenteros en Nueva York durante el auge de movimientos sociales, culturales y la naciente pandemia del VIH. Estas casas de voguing significaron mucho más que una manera de pasar el rato: eran un refugio para todos aquellos que eran excluidos de una sociedad que no concebía una identidad de género distinta a la suya.  

Pose y el ball de Brooklyn

No es una historia que celebra la diversidad, Pose, la asume, se adueña de ella. La serie ha roto récord al convertirse en el programa televisivo con más actrices transgénero en la historia.

El show se ha convertido en un escaparate para mostrar los cimientos de una comunidad que buscó establecer una familia con los que entendían lo que significaba ser homosexual, transexual o un paria de la sociedad.

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Actrices como MJ Rodríguez, Indya Moore y Dominique Jackson, demuestran que el talento en su comunidad es de grandes alcances, y que las historias de sus respectivos personajes enriquece la trama.

Con retratos poderosos sobre la comunidad, una segunda temporada para estos entrañables personajes viene en camino. Y eso justo lo que el mundo necesita: historias honestas sobre personas que no son distintas a nosotros, y finales felices que no desplacen problemáticas reales.

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