El Centro Histórico guarda cientos de negocios antiguos, están los turísticos, pero también los que poca gente conoce y que son memoria viva del pasado.

Se hallan en la planta baja de edificios virreinales y sus rótulos, muebles y productos conservan la estética que fue popular hace décadas. No son lugares vintage, ni tampoco de esos que se jactan de ser históricos y tienen menús en inglés. Han visto a la ciudad transformarse, mientras sus texturas, olores, sabores permanecen casi impertérritos.

Aquí te presentamos tres rinconcitos añosos del primer cuadrante, alejados de los mares de gente y las pretensiones.

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La Zamorana Tienda de Maravillas

El mote “Tienda de Maravillas”, fue un regalo del escritor Gabriel García Márquez ¡así es! del ganador del nobel, y es que todo el negocio es una exuberante fuente literaria.

Del techo, las paredes, los estantes nacen figuras de papel picado (el giro del lugar), y no solo el rectangular que casi todos conocemos: tienen en forma de frutas, animales, astros, hay planos y con volumen, de unos cuantos centímetros y hasta de más de un metro. Todo es nacional, algunos talleres en la CDMX, otros de Puebla, Michoacán, Chiapas, Estado de México.

José Herrera Padilla, actual dueño de La Zamorana

Su historia se remonta al 1860, año en que abrió sus puertas cómo una tlapalería, la cual fue adquirida en 1903 por Antonio Mares Fernández, originario de Zamora Michoacán (de ahí el nombre). Pero a quien se le debe las genialidades que distinguen al negocio es a Socorro Herrera Mares, sobrina de Antonio, pues fue ella quien comenzó a elaborar y a ofrecer manualidades de papel.

Un día el mismísimo García Márquez entró al local, expresando “¡Que maravillas hay aquí!”. Antes de irse dejó escrito en una hoja de papel la frase “una flor de recuerdo para Socorro Herrera Mares y su tienda de maravillas”, acompañada de un dibujo.

Ubicación: C. Jesús María, número 112, Centro Histórico de la CDMX.

Horario: De lunes a sábado de 11 a 19 horas.

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Casa Marín

Todo en este lugar es un recuerdo del pasado, para empezar el giro: un expendio de huevos. Además, cada espacio en su fachada está ocupado por una frase que esclarece aquello que los posibles compradores necesitan saber: el año de apertura (1917), el tipo de productos, su calidad y hasta un slogan “Uno al día da alegría”.

negocios antiguos Centro Histórico

Los huevos blancos y rojos que se ofrecen son lo que hoy llamaríamos “orgánicos”, y vienen Jalisco, estado de origen del actual dueño, Gerardo Marín. También se ofrecen otros productos cómo botanas a granel.

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Dirección: C. López, número 127, Centro Histórico de la CDMX

Horario: De lunes a sábado de 9 a 18 horas.

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Gran Cocina mi fonda

Su fachada llama a las papilas gustativas y a la panza: “paella” va escrito tres veces con letras rojas y en un apartado que da a la calle, cómo en una especie de aparador o un open kitchen antiguo, cazuelas metálicas de cerca de 80 cm de diámetro, la del centro, presumiendo el ya mencionado platillo estrella.

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El diseño de su interior, habla de sus más de 70 años de historia. Mosaicos verde pistache adornan la parte baja de las paredes, las meseras y cocineras portan cofias blancas y el menú se escribe a mano en un pizarrón.

Además de la paella valenciana se sirven otros platillos cómo fabada, macarrón, lengua estofada. Los precios son más bajos que los de la mayoría de los restaurantes españoles: ningún platillo en la pizarra alcanza los $150.

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Hay ocasiones en que las mesas se llenan por completo y hasta hay fila de espera para entrar y es que los comerciantes y vecinos de la zona saben de su encanto, el cual no solo está en la sazón de su comida, si no en la presencia del dueño. Don Jesús Santos, originario de Cantabria, España, tiene fama de consentir a sus clientes, tratar bien a sus trabajadoras y de mantener una plática fascinante.

Dirección: C. López, número 101, Centro Histórico de la CDMX

Horario: de lunes a domingo de 11 a 17 horas.

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