Considerada un regalo de los dioses, esta mítica bebida ha existido desde tiempos prehispánicos remotos y continúa repartiendo alegría a quienes la consumen. Sus embriagadores efectos, así como su desconocido origen, han dado paso a maravillosos mitos e historias; por eso, hoy te contamos cuatro leyendas sobre el pulque que han sobrevivido generación tras generación.

Leyendas sobre el pulque que debes conocer

El pulque constituye una de las bebidas más representativas, antiguas y relevantes de México. Extraído de la planta del maguey, este fermentado ha sido empleado para rituales religiosos de la época prehispánica, además de ser objeto de consumo (y de prohibición) durante las distintas etapas de nuestro país.

Hoy te contamos cuatro leyendas de origen prehispánico que nos hablan sobre las divinidades alrededor del pulque; asimismo, podrás conocer peculiares narraciones sobre su descubrimiento y sobre los animales que se encargan de protegerlo. ¡Checa estas fascinantes historias!

1. Xóchitl y Papantzin descubren el pulque

El primer relato nos presenta a Xóchitl, una joven de la nobleza tolteca que disfrutaba de deambular entre los campos. Cuando realizaba uno de sus acostumbrados paseos, observó que los tejones, conejos y tlacuaches hacían orificios en los magueyes y volvían con alegre semblante.

Al acercarse a estas plantas, la joven se percató de un extraño líquido que corría desde los agujeros; en seguida, decidió probarlo y, para su sorpresa, el sabor era extraordinario. Guardó otra porción de esta bebida en una olla y la llevó a casa para que su padre, Papantzin, también probara su descubrimiento.

Cuando el hombre colocó la bebida sobre sus labios, de inmediato quedó fascinado con su sabor y sus efectos. Al transcurrir varios días, ambos volvieron a probar lo que quedaba en la olla y descubrieron que el sabor había cambiado: Ahora no solo era más sabroso, sino que les había brindado un mayor efecto de felicidad.

Pronto decidieron acudir con el rey tolteca, Tepalcatzin, para que conociera este delicioso néctar. Al monarca le agradó tanto la bebida que le pidió a Xóchitl permanecer en el palacio para enseñarles a otras mujeres su preparación. Así sucedió y, poco después, el rey se enamoró perdidamente de la joven, se casó con ella y tuvo un hijo al que llamó Meconántin, “hijo del maguey”.

Como un plus, te contamos que esta historia quedó plasmada en la pintura El descubrimiento del pulque, realizada por el artista José María Obregón en 1869.

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2. Ehécatl y Mayahuel

Una interesante narración náhuatl nos revela el origen divino del maguey: Se cuenta que los dioses, al terminar su creación, notaron que el ser humano tenía todo para subsistir, pero que carecía de medios para alcanzar la alegría. Por este motivo, consideraron oportuno crear algo más que les permitiera avivar su entusiasmo.

El dios del viento Ehécatl (advocación de Quetzalcóatl) recordó que un tiempo atrás había conocido a la hermosa virgen Mayahuel, y decidió acudir con ella en busca de un consejo. Esta diosa se encontraba bajo un fuerte resguardo, ya que su abuela Tzitzimitl ( monstruosa deidad de la oscuridad) y sus hermanas tzitzimime le habían ordenado jamás salir de su escondite celestial.

Cuando Ehécatl llegó al lugar, todo el mundo se encontraba dormido a excepción de Mayahuel; inmediatamente la trasladó a un sitio seguro y allí le compartió sus inquietudes sobre la humanidad. La joven aceptó ayudarle en su encomienda y lo acompañó en su travesía por nuestro mundo.

Al tocar la Tierra, los dioses se transformaron en árbol con dos ramas entrelazadas como símbolo de amor. Sin embargo, Tzitzimitl pronto despertó de su sueño y, al percatarse de que su nieta no aparecía, se precipitó en su búsqueda. De un salto llegó a nuestro mundo junto a las tzitzimime; allí partió el árbol divino en dos y despedazó cruelmente la rama de Mayahuel.

Después de que las malignas divinidades se alejaron, Ehécatl recuperó su antigua forma y enterró los huesos destrozados de la joven. De ellos surgió la planta del maguey y Mayahuel se convirtió en una diosa. Desde entonces, el pulque se consideró una bebida divina y se convirtió en parte de los ritos religiosos.

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Otras leyendas sobre el pulque muy chidas

3. Los 400 conejos del pulque

Otra leyenda nos presenta a Mayahuel como la esposa del dios Pahtécatl, a quien se le adjudica el don de las medicinas y el descubrimiento del peyote. De su unión amorosa nacieron 400 hijos, a quienes su madre amamantó con el pulque a través de los 400 pechos que poseía.

Estos dioses menores del pulque son conocidos como Centzon Totochtin o “cuatrocientos conejos”; de acuerdo con la mitología mexica, cada uno de ellos cuenta con un temperamento distinto, el cual representa los distintos estados, comportamientos y personalidades que una persona adquiere al tomar esta bebida.

En efecto, cuando alguien se embriaga con pulque, se dice que uno de estos cuatrocientos conejos entra a su cuerpo y se encarga de dominar sus acciones en función de su personalidad.

También se dice que todas las personas que nacen en el día Tochtli (día del conejo) según el calendario mexica, tenían marcado su destino con la mala suerte, ya que estaban condenadas a convertirse en víctimas de la ebriedad (eso explica muchas cosas, ¿verdad?).

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4. El conejo y el tlacuache

Como te habrás dado cuenta, el conejo estaba estrechamente vinculado a la protección del pulque en la cultura mexica; como su contraparte, el tlacuache se relacionaba con la picardía, la embriaguez y las fiestas. De esta creencia, surge la siguiente y entretenida leyenda.

Desde tiempos muy remotos, el conejo tenía la misión de extraer el aguamiel de los magueyes y resguardarlo en la Luna, la cual era un recipiente gigante diseñado para la protección de esta bebida ancestral.

El tlacuache, al sentir una fuerte inclinación por las fiestas y el estado de ebriedad, deseaba ansiosamente robar este néctar divino; por este motivo, buscaba cualquier oportunidad para acercarse a la Luna y vaciar a tragos todo su contenido. Y, aunque el conejo se mantenía alerta ante la aparición de su enemigo, ocasionalmente ocurría algún descuido y el tlacuache bebía la vasija hasta el fondo.

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Al darse cuenta de que todo su trabajo se había desvanecido, el conejo empezaba desde cero su labor hasta que la Luna volvía a estar repleta de aguamiel. Cuando finalmente había completado su misión, el tlacuache reaparecía con sed de la mala para volver a realizar su maldad.

Y así sucesivamente, hasta la actualidad, se dice que la Luna aparece llena en el cielo cuando el conejo completa su recolección de aguamiel; a su vez, la vemos menguante cuando el tlacuache comienza a vaciarla trago a traguito. ¿Ya conocías esta historia sobre las fases lunares?

¡Cuéntanos cuál de estas leyendas sobre el pulque es tu favorita! Antes de que te vayas, te recomendamos echarle un ojo a: Lugares de Tenochtitlán que sobreviven en la Ciudad de México.