La Plaza de Santo Domingo despierta desde temprano, se abren las cortinas metálicas de los locales, se calientan los comales de los puestos de tlacoyos y se encienden las impresoras.

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Si eres de la Ciudad de México, probablemente sabes de la fama de Santo Domingo como el epicentro de los documentos falsos.

Pero la realidad es que la mayoría de la gente que llega a este sitio, busca invitaciones de boda personalizadas, tarjetas de presentación o folletos publicitarios para sus negocios, todo a precio de mayoreo.

Bajo el Edificio de los Portales y a un costado del Templo de Santo Domingo, se extienden comercios dedicados a la imprenta en papel, cuya historia se remonta a principios del S. XlX.

Escribanos, uno de los oficios antiguos de la Plaza de Santo Domingo

Pasada la Revolución Mexicana, lo índices de analfabetismo superaban el 60% de la población total. La necesidad de tramites gubernamentales y el ánimo de comunicarse con personas fuera de la capital, se presentaba casi en la totalidad de los chilangos.

¿Entonces que hacían aquellos que querían escribir una carta de amor o llenar un formato de compra venta, pero no podían leer ni escribir? La respuesta era ir con los escribanos de Santo Domingo.

Los escribanos se hallaban sentados frente a un escritorio sobre el cual había, hojas de papel, tintero y pluma y años después, máquinas de escribir.

Los escribanos, también conocidos como evangelistas plasmaban las palabras que los clientes les iban dictando, pero si les faltaba inspiración, ellos se las ingeniaban para armar una redacción acorde al propósito que buscaban.

El aumento en la alfabetización en México fue transformando al corredor de los portales, local por local, en una zona dedicada a la imprenta. Pero ¡sorpresa! aún hasta el día de hoy puedes hallar a unos cuantos que mantienen este oficio vivo.

Los escribanos complacían a la banda romántica o nostálgica, que busca una carta de amor a la antigüita.

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