Sé que el ejercicio es muy importante en la vida de las personas, soy consciente de sus beneficios físicos, psicológicos y emocionales. Pero tengo que decir que no me gusta hacer ejercicio.

Antes me encantaba y le dedicaba el tiempo necesario, pero de un par de años a la fecha, simplemente no puedo hacer ni media sentadilla, ya ni digan asistir a una clase de yoga. Siempre hay un pretexto para darle la vuelta y, lo peor del caso, es que mi rutina es totalmente sedentaria: de la cama al coche, del coche a la oficina, a la escuela de mis hijxs y de regreso al escritorio. Fatal.

He pensado mucho en aquellos días cuando tenía una actividad física más intensa. Uno de mis propósitos de año nuevo es caminar. Así de simple, empezar con pequeñas caminatas cerca de casa. Para reforzar el hábito, me regalé el libro 52 formas de caminar, de Annabel Streets, publicado por editorial Planeta, que dice: “caminar está más de moda que nunca, y también que es el secreto mejor guardado para alcanzar una salud óptima, para sentirse más feliz, más creativo, para dormir bien, mejorar la postura y afilar la memoria”. La autora propone una nueva rutina semanal, dividida por estaciones para caminar durante todo el año.

Ideas, reflexiones y consejos que nos ayudan a mejorar la técnica y adquirir nuevas habilidades, a buscar rutas (muchas de ellas, al lado de casa), nuevxs compañerxs de paseo (el cerebro envejece mejor cuando variamos de vez en cuando) y más momentos para caminar ya sea en el calor, el frío o bajo la lluvia. Inspirador. También basado en la ciencia, este libro plantea retos que te alientan para empezar a caminar con un poco de chispa a tus recorridos. Una guía para disfrutar la vida, paso a paso.

Total que llevo un mes caminando y estoy feliz. Ya conocí a un par de vecinas, me di cuenta de que vivo realmente cerca de la UNAM (adonde no volveré a ir en auto desde mi casa). Caminar me brinda un espacio personal, momentos para pensar, hablar sola y escuchar podcasts. Minutos para ver la ciudad con otros ojos, sin prisa. sin otro objetivo más que caminarla.

Lo más divertido es que así no parece que me estoy ejercitando. Pareciera que solo vago y disfruto el camino. Entendí que ejercitarme no tiene nada que ver con tener un cuerpo perfecto o lograr la talla “ideal”. Lo que vale la pena es disfrutarlo desde el corazón.

Date la oportunidad de caminar sin rumbo, una nueva aventura te espera cada día a tan solo 30 pasos de tu casa.

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