Un telar multicolor conecta el tronco de un árbol con la cintura de Damisen —quien se identifica con los pronombres elle/ella— mientras descansa en cuclillas encima de un petate de palma en plena banqueta. La tensión de los hilos se asemeja a las cuerdas de un instrumento musical a punto de ser tocado. Del telar de cintura no salen notas musicales pero los colores se escuchan como una visión sinfónica cuando Damisen acaricia el arcoíris de cuerdas de algodón coyuchi. “Damisen” es una mezcla de Damián –su apellido materno– y “sen” que significa tierra en mixteco: “Damián de tierra”, responde elle quien tiene tantos nombres como fragmentos que ha ido integrando. Su nombre muxe es Xaneri, que en otomí significa ‘princesa del bosque’. 

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Tejer el orgullo con colores

Ella urde los hilos de este arcoíris que no está hecho de luz. Entreteje la urdimbre con la trama, orquestando sus manos con agujillas y palos de madera, hasta convertirlo en un lienzo. Sostiene con la cintura su telar, lo acuerpa con fuerza y suavidad. Los hilos son tan finos como vulnerables al enredo; su maestría evita que se vuelvan una madeja. “Damisen está orgullosa de sus raíces. He dejado a ese Damián pequeño que estaba reprimido, que no se sentía orgulloso de ser una persona cuir o muxe. El telar me ha ayudado a nombrarme como elle y ella”, relata mientras teje su arte, un arte que le toma 5 horas diarias de trabajo.

Su historia textil es transgresora y transgeneracional; su abuela Isabel y su bisabuela María son artesanas del telar de cintura en San Pedro Jicayán. De su abuela Isabel aprendió en secreto. “Mi abuela me pidió que fuera un secreto solo entre nosotras porque en la costa está prohibido que un varón se dedique a hacer telar de cintura”, cuenta Chaneri –como le dicen de cariño–. “En la CDMX comencé a mis 20 años a hacer telar de cintura ya sin esconderme. Empecé a crear textiles LGBT, primero un rebozo y luego el “Huipil Orgullo” que refleja además mi identidad trans y no binaria”, relata Damián quien confiesa que cuando teje sana sus heridas de infancia.

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Las muxes nacen oliendo una flor

El origen de las muxes se relaciona con el santo de Juchitán, San Vicente Ferrer, quien también es patrono de las muxes. “Cuentan que un día San Vicente cargaba 3 costales con semillas. Un costal contenía semillas masculinas y el otro femeninas: fértiles. El tercer costal, agujereado, llevaba semillas revueltas que iban cayendo sobre el camino a Juchitán y Tehuantepec. Fue así cómo las muxes florecieron en forma de flor”, relata Xaneri mientras reflexiona acerca de su muxeidad.

“Ser muxe significa poder mostrar mi identidad, no de manera física sino espiritual, es mostrar mi luz al dejar salir una parte mía, interna, y así florezco. Siempre estoy en primavera. No me marchito porque vuelvo a florecer cuando estoy creando mis telares, o tocando mi algodón, cuando visito a mi abuela o me reconecto con mi comunidad. Si voy a florecer, quiero que florezcamos todas y que seamos un jardín entre hermanas y hermanes”, cuenta Damián mientras termina de tejer el arcoíris que se convertirá en su próximo Huipil Orgullo.


Huipil Orgullo

El “Huipil Orgullo” y todas las piezas textiles de Damisen están hechas a la medida y son personalizables dependiendo de tu identidad. Puedes contactarla a través de su Instagram como @damisen y @anima_kono.

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