Puede no conozcas su rostro, pero es probable que hayas visto sus calaveras circulando por Instagram; puede que te hayas topado con alguna de sus ilustraciones en arte callejero en formato paste up (gráficos hechos a mano sobre papel) pegados en postes de luz, paredes, bancas de parques, o incluso hayas visto su trabajo en marcas de cerveza, tequila o café. Su arte ha estado en desfiles de Día de Muertos como el de San Antonio, Texas, o el de la Ciudad de México, donde hizo el cartel oficial.

Mauricio Groenewold González (conocido en IG como @groenewold_m) es director de arte, ilustrador y creativo para su propia marca, sus artes adornan diferentes puntos de la ciudad y también están sobre la piel de fans que se han tatuado con él.

El amor por los cráneos le llegó por el metal, pero su estilo que da vida y sentimientos a esta picaresca representación de la muerte fue por una calavera diablito de cartonería que le regaló su hermana, una artesanía que le avivó la inspiración para representar parte del trabajo que se hace en el arte popular mexicano, sobre todo el que viene de pequeñxs artesanxs.

“La muerte de mi madre me pegó demasiado, pero a la vez le dio nacimiento a mis calaveras. Es una ironía, pues para mí mis calaveras están más vivas que muertas”, explica Groenewold, cuya obra es como si tuviéramos a un José Guadalupe Posada millennial, muy clavado en la cultura pop y con redes sociales.

Lo mejor de su trabajo es que para él “no es chamba”, ama tener el privilegio de contar con todos los materiales para crear arte cada día. “¡Adoro poder dibujar. Quiero seguir haciendo esto para siempre. Si no es aquí será en el Mictlán. Si no es ahí será en el cielo!”.

¿Cómo te enamoraste de la ilustración?

Desde que estaba en el jardín de niñxs, mi mamá se dio cuenta de que tenía mucha afinidad con los colores y las manualidades, para ella fue muy importante que desarrollara la creatividad y plasmar los cuentos que me narraba. Ella fue arquitecta así que materiales no le faltaron para prestarme, poco a poco me daba de diferentes tipos para divertirme, ella fue quien me enseño a dibujar, me hacía copiar lo que ella dibujaba. De lo más sencillo iba subiendo el nivel a cosas más complejas, ella fue definitivamente quien hizo que quedara enamorado de poder ilustrar a diario, ¡es el pan de todos los días! Se lo debo y la amo por eso y otras cosas más.

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¿Cómo definiste tu línea basada en calaveras y elementos mexicanos?

Salí de una agencia de publicidad, con el dinero de mi liquidación viaje por los estados de nuestro México, en cada uno descubrí que había una artesanía muy popular de cada región. Cuando regrese a la ciudad, en el Museo de Arte Popular (MAP) me encontré con un señor que tejía animales con plantas de la calle, me acerqué a preguntarle el precio de un grillo que estaba haciendo y me dijo que le diera “lo que fuera”; me dejó atónito ver que estaba creando arte ante mis ojos y me dolió que no valoraba lo que llevaba trabajando en el día. Le di $500 por el grillo. Este episodio resumió lo que había vivido conociendo a otros artesanos en mi viaje, fue un golpe directo a razonar por qué pasa eso en México.

El crecer en este país no te hace mexicanx, el amor a nuestro país sí y este llega por quienes celebran nuestras tradiciones, por quienes mantienen nuestra cultura. Así fue como me empecé a enamorar de nuestro país. No existe ni un solo lugar aquí donde no haya inspiración.

Mi hermana jugó un papel muy importante porque me regaló una cartonería de una calavera diablito, esta le dio sentido a lo que estaba viviendo en esos meses; la muerte de mi madre también le dio nacimiento a mis calaveras, ya que su muerte me pegó demasiado. Ha sido una ironía, pues para mí mis calaveras están más vivas que muertas.

¿Qué papel jugaron las redes sociales en la difusión de tu arte?

Muchísimo, estoy muy agradecido con Alex quien fue uno de mis maestros, él no solo me enseñó a pensar en México, también me ayudó mucho a mostrar mi trabajo en sus redes sociales. Hoy en día es un trabajo constante, donde tengo que ser un “todólogo”, saber de diseño, marketing, RP, contador, abogado, creativo y a la par buscar tiempo para disfrutar de la vida.

¿Cómo ves el campo de la ilustración en México?

¡Hay mucha variedad! Siento que es como un mercado donde encuentras de todo. Entre sus pasillos existe cierto orden, no cualquiera tiene todas las frutas, o no cualquiera sabe cortar la mejor carne, cada puesto tiene su chiste. Cada ilustrador o ilustradora posee ciertas habilidades y cualidades: hay quienes se pueden distinguir por un estilo, hay otros quienes venden mucho pero ganan poco (no cuesta lo mismo un kilo de frijol a uno de carne), los marchantes no suelen ir por todo, en la vida el cliente decide qué es lo que vale y lo que no. Como ilustrador, mi trabajo es dar un buen servicio, que la gente se vaya contenta, que regrese por más y, si se puede, en ocasiones regalar un extra para que esto se te regrese.

¿Qué es lo que más te gusta de tu chamba?

¡Que no es chamba! Cada proyecto solo es un pretexto para seguir haciendo esto. De hecho cualquier cosa yo lo traduzco en sentimientos y lo voy retratando. Mis manos le dan nacimiento a mi creatividad, gráficamente plasmo lo que vive en mis sentimientos. Definitivamente es mi pretexto para seguir viviendo, me encanta compartir lo que siente mi corazón. Amo tener todos los materiales para dibujar. Podría decir que no me falta nada: cera, pigmentos, grafitos, óleo, acuarelas, acrílicos, aceites, alcohol, metales, ¡adoro poder dibujar! Quiero seguir haciendo esto para siempre.