Por: Verónica Chávez Aldaco

Hasta hace unos meses, una cantina llamada Tío Pepe estaba en la esquina de Sinaloa y Cozumel. Ahora, el aspecto descuidado que tenía quedó detrás de una fachada color blanco, una duela de madera y algunos detalles decorativos en capitonado.

Ese es el estilo de El Laberinto, un concepto creado por las mentes detrás de El Imperial de la colonia Roma, que le tiran a una cantina tradicional apostando por el ambiente, la música y la comida más que por el diseño de coctelería a pesar de tener una barra como para ver en acción a seis bartenders a la vez.

Su carta de tragos aún es básica aunque El Parga, el jefe detrás de la barra, promete que cada mes se irán sumando nuevas combinaciones, pero por lo pronto encuentras los clásicos cocteles como el mojito, la margarita, el old fashioned y la piña colada.

El ambiente es relajado. Quienes van rondan los 30 y disfrutan de la plática tanto como del son cubano, el jazz y las noches de fonógrafo.

Los fines de semana se respira el ambiente familiar porque se presta para ver el futbol acompañado de una cerveza y sus especialidades como el hueso de mamut -su tamaño te hará sentir como Pedro Picapiedra-, el chamorro, el guacamole con chapulines, la arrachera, la cazuela de calamares en su tinta y los tacos de lengua.