En este reducido espacio recrearon un clásico bodegón, la versión argentina del bistrot. Espejos, comida casera de sencilla preparación y ambiente desenfadado.

Escarapela destaca por sus empanadas abiertas que son como cazuelas hechas con la misma masa. La de palmito resulta la más rica, no sólo por ser diferente de los sabores clásicos, sino por el suave agridulce bien adornado con una salsa cremosa de jitomate que los complementa. De las carnes no se puede decir mucho más que lo de siempre pero las pizzas sí sorprenden por su rica masa y calidad de la materia prima.

Aquí la carta de vinos (todos argentinos) es variada y para todos los gustos y bolsillos. Pero lo más impresionante de todo es el atento servicio. Claro que al final también se agradece el buen rato a un precio verdaderamente razonable.

Para tres comparte la tabla de carnes que contiene: churrasco, vacío, asado de tira y papas a la francesa. Visítalo entre semana, hay menú ejecutivo y consta de tres tiempos.

Haz un hueco para el postre porque el panqueque Maradona, que es una crepa rellena de dulce de leche con plátano, bañado con chocolate y coco ralladado, te espera.