Mientras la Roma sigue siendo devorada por un aburguesamiento restaurantero que parece no tener llenadera, a la Condesa terminó por sentarle bien haber sido destronada como the-place-to-be. En ese entorno menos ajetreado llegaron tres apuestas totalmente diferentes en un mismo edificio: una cafetería de especialidad, un barbecue y un bar.

Black Taiga sirve comida callejera del sudeste asiático y ofrece una barra de coctelería con toques también asiáticos que estuvo a cargo de Khristian de la Torre (Se- same, Artemisia, M.N. Roy, Gin Gin, Kaye, Jules). Con un bartender tan sobresaliente no hay pierde: el menú está repleto de tragos creativos en los que cada ingrediente tiene su razón de ser.

Dos ganadores: Yoga Flame (gin aromatizado con una hoja de shiso verde, raíz de loto braceada y tónica) y Fatal Fury (vodka, sake, lemon grass, hoja de lima, sal del Himalaya con chile tai y soda). Y qué creen: todos cuestan 100 peos o menos. La comida también es buenísima y a precios que parecen prófugos de 2006. Entre los platos más destacados están Akira, una supertorta de pork belly con calamares fritos, y Honda, un taco de pulpo frito con kimchi en tortilla de arroz.

PARA COMER RICO POR MENOS DE $200

Si algo distingue a la Condesa es la concentración de lugares donde se rinde culto a la comida. Con tantas opciones es complicado destacar en originalidad y buenos precios como lo hace este sitio. Su cocina mezcla muy bien los ingredientes y sabores orientales en sus moo shus –tacos orientales– y sus bánh mì –tortas vietnamitas–. Una grata sorpresa es su tostada Bogard, preparada con un rollo primavera de wonton frito con pescado, verduras y sandía ($45). Así como su sharingan de short rib ($95) y el bun orichimaru de pollo, con cebollín, jengibre y zanahoria ($60). Para apaciguar la sed, una chela ($40).