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(OCESA)

Por: Hugo Juárez

No era John Lennon pero se parecía. Y no podía ser de otra forma: su hijo, Sean, salió puntual junto con su impresionante novia, Charlotte, a dejarle en claro a los asistentes del escenario Corona que lo suyo va mucho más allá de la genética.

Pero más allá de la apariencia, sus sonidos también le dan un aire a la extinta banda de su padre. A veces sensuales, otras funk y otras oscuras, las rolas de The Ghost of a Saber Tooth Tiger están rociadas de las ondas beatlerianas de la época final de la banda de Liverpool y te hacen preguntarte si ese cuarteto sonaría así si aún existiera.

Y esto no es para nada malo, porque verlos en vivo es escuchar tonadas frescas y modernas que se combinan muy bien con el talento heredado de Sean, quien prácticamente habló todo el tiempo en un accidentado pero entendible español, comenzando con un “Hola, amigos. Es un honor para nosotros tocar para ustedes, cabrones” para que al final su mujer lo corrigiera cuando rebautizó a “Devil You Know” como “el diablo”.

Su español no fue perfecto pero la atmósfera que ambos crearon sí. No fue necesario prender a la gente para ganársela. En realidad, el público se prendió sólo cuando debía hacerlo, lo que contribuyó a la excelente primera impresión que nos dejaron. Nada estuvo de más.

Las melenas de este sexteto nunca dejaron de moverse al ritmo de la sensualidad de Charlotte y la guitarra de Sean, que brilló en rolas como “Medianoche sol” (como bautizó así Sean a Midnight Sun) y Carrot Blue, que emocionó a la banda que juntaron.

Too Deep, Xanadu y Animals sentaron las bases de una presentación exitosa que bajó su emoción a momentos con Moth to a Flame, pero el grupo mantuvo en todo momento su buena disposición y simpatía. Sin duda los volveríamos a ver.

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