Este hombre tiene una forma muy peculiar y nada ortodoxa de relacionarse con sus seguidores.

Quienes no lo conocen podrían incomodarse o hasta ofenderse en sus tocadas (como ocurrió a principios de año en Oaxaca, donde fue detenido por la policía tras mostrar sus genitales), pero nada de ello ocurrió este viernes en el Pasagüero.

Tras un proceso de remodelación iniciado en diciembre, este foro cultural del Centro Histórico del DF reabrió sus puertas anoche con la presentación del DJ guerrerense.

En el escenario, Su Majestad Imperial, como se hace llamar, es a prueba de buenas maneras y del Manual de Carreño.

Silverio prefiere referirse a sus fans como “agachados”, “aborígenes” o “pulgosos”. Los seguidores entran al juego y de inmediato contestan con mentadas de madre y chiflidos. Artista y público se conectan.

Los DJ Pablito Mix y Dokta Dude se encargaron de calentar el inmueble de Motolinía previo a la presentación estelar.

Cuando las bocinas transmitieron los primeros sonidos mezclados por la mano de Silverio, la banda se hacinó frente al escenario con una chela en una mano y con el celular en la otra. Todos querían capturar la metamorfosis que experimenta el oriundo de “Chimpancingo” (como él le llama).

Un par de torretas rojas adornaron la mesa desde donde este hombre, enfundado en un traje azul chillante, movió palancas, presionó botones y encendió a la banda con ritmos electrónicos.

Algunas de las piezas llevaron al respetable a sacudir las botellas de cerveza por encima de las cabezas y una buen parte terminó con el líquido en las ropas.

Ya en la cancha del sábado, apareció en el escenario el hijo predilecto del municipio de Nezahualcóyotl, Charlie Monttana.

El rockero tomó el micrófono para presentar oficialmente Nylons, el nuevo material del DJ, y lo acompañó con una pieza.

A medida que suelta su música, a Silverio le pesa la ropa por eso se la quita, baila, bebe y lanza una nueva tanda de groserías que los fans celebran. Todos (o bueno, casi todos) quieren atestiguar el momento en el que este hombre de bigote y botas se queda sólo con su tanga roja.

Silverio hace de la provocación un elemento fundamental en sus presentaciones. Le gusta pararse en calzones justo en el filo de la frontera entre lo decente y todo lo demás.

Es un irreverente, un hereje. El diablo. Y eso gusta porque prende y sacude los cuerpos.

Y como dice el dicho: “Quien no quiera ver calzones, que no salga de noche” (o algo así).