Son muy claras las referencias que tenemos cuando hablamos de música industrial. Cuero negro, botas de PVC, piercings, rastas y lentes de The Matrix son algunos de los referente visuales más comunes que vienen a nuestra mente cuando hablamos de este género. Igual los sonidos se pueden referir a muchas bandas si es que no estás familiarizado con en este estilo; para muchos todo esto comienza y termina con Ministry, Nine Inch Nails, Marilyn Manson y Rammstein.

Sin embargo, el industrial es un género muy expansivo que comparte ciertas características entre sí. Desde los comienzos de los collages sonoros mala leche de Throbbing Gristle y pasando por la percusión de herramientas de Einstürzende Neubauten, el estilo ha tomado miles de formas, desde minimalismo electrónico helado a canciones de explosiones que te hacen mover la cabeza y pies. Pocos grupos representan un puente como lo han hecho Die Krupps a través de los años.

Iniciando en 1980 en la ciudad de Düsseldorf, Alemania, Die Krupps comenzaron tocando instrumentos electrónicos con percusiones metálicas como lo hacían Einstürzende Neubauten, la banda pronto optó por concentrarse en su lado más digital y bailable, siendo pioneros de lo que eventualmente fue llamada Electronic Body Music o EBM, un subgénero del industrial que se preocupaba más por bailar que por la agresión. Poco después lanzaron un EP con covers de Metallica que los vio adoptar agresión y guitarras eléctricas a su música, junto con Ministry, logrando una fusión que cambió el destino de ambos géneros y en el que reconocieron a Metallica como una de sus principales influencias.

Este esfuerzo fue muy esencial no sólo para otras bandas de su mismo género, sino también para artistas como Depeche Mode y productores naciente techno en Detroit, quienes tomaron su inspiración de algunos de sus tempranos lanzamientos.

Siguiendo en la onda de los riffs distorsionados sin perder su particular ritmo durante más de tres décadas de perdición. Die Krupps no descansan y siguen sacando álbumes en nuestros días, así como presentarse en vivo para recordarnos que el industrial no se define en una sola cosa.

Aunque es oscuro y enojado, tiene muchos más matices. En vivo, como los veremos el 29 de julio en el Lunario, Die Krupps nos dan momentos de euforia, de dejar que la ira se apodere de nuestros cuerpos pero sobre todo, de bailar con música que está lejos de ser digerible o comercial.