Si has incurrido en alguna de estas faltas, seguramente has sido el alma de la fiesta más de una vez. Te conminamos a dejar de querer llamar la atención con cualquiera de ellas:

Gritar «Besándote con ocho» y «¡Qué poca madre!» en El final: hacerlo te hace ver como un resentido y, además, demodé.
Cantar «hacer el amor con OCHO, ¡sí, sí, sí!» en la rola de Ale Guzmán. Se vale estar urgido, pero…
El popurrí de Vaselina después de la media noche: hay toda una generación que cree que «We go together» y «Summer lovin’» son la misma canción. Y que esa canción es original de Timbiriche.
– El zoológico de las bodas: Caballo Dorado, Los Tucanes de Tijuana, «La boa», «El venado», «La víbora de la mar», «El baile del perrito», «Al gato y al ratón», «Sopa de caracol», «Tiburón», «El baile del sapito», «Piquito de pollo»...
El slam cuando Café Tacvba comienza a cantar «La Ingrata». Si los de Slayer vieran eso, se volvían a morir (porque ya se murieron, ¿no?).
Las bandas de covers en los pubs. Sí, a todos nos encanta Queen, y los Doors, y Bon Jovi (haz de cuenta que no leíste eso último). Pero escuchar sus rolas mal interpretadas no es la mejor definición de «variedad de la noche».