Calvo prematuro, Mario había dejado crecer el cabello de los lados, que parecía cepillado con furia. Con ese look entró al Club Toluca. A Víctor Cienfuegos Arochi, el gerente, le preocupó que en su institución -epicentro del empresariado y la clase política local-, aquel muchacho de 1.64 metros proyectara una imagen que, con un poco de imaginación, tenía algo del payaso Krusty.

-Córtate el cabello -le pidió.

Con la cabeza a rape, en el gimnasio del Club Toluca comenzó a dar de cuatro a siete horas diarias de clase por 6 mil 400 pesos al mes. Se hizo popular por ser un maestro divertido. Poseía, sin embargo, un mejor instrumento de seducción: sus relatos.

Contaba esta historia, aquí resumida. «Viajé a Bagdad como jugador de la selección china de tenis de mesa. Durante el torneo, Estados Unidos bombardeó la ciudad: era el inicio de la operación "Tormenta en el desierto". Me atrincheré en la bañera del cuarto de mi hotel. Dos días después, el gerente me dio un croquis de la ciudad. Caminé por calles destruidas hasta el aeropuerto. Al cruzar una reja, un policía me detuvo con una pistola y me condujo a una celda con rehenes. Un brasileño que no paraba de quejarse fue ejecutado delante mío. Dos días después abordé un avión rumbo a Egipto, donde me esperaba el embajador argentino. Me quedé en la embajada unas semanas y logré volver a Neuquén.» La gente lo oía, consternada o incrédula, siempre cautivada.

Mario dio cursos en la UAEM, el Tec Toluca, la Unidad Deportiva Filiberto Navas, el Club Deportivo Britania y el Club de Golf San Carlos Metepec. Pero, sobre todo, destacó en el deporte estatal al formar a un gran jugador de tenis de mesa, el niño Fernando Serrano, cuádruple campeón en Olimpiadas Nacionales y medallista continental.

En el restaurante La Esquina Gaucha, al que acudía con frecuencia, Mario se hizo de amigos argentinos, varios ligados al futbol. Entre ellos estaba el portero del Toluca, Hernán Cristante, quien aceptó una curiosa idea de Mario para promoverse como instructor: instalar una mesa en el Centro Comercial Galerías Metepec y batirse juntos en duelos de ping-pong. En los descansos de los partidos que el arquero siempre perdía, Cristante daba autógrafos y se sacaba fotos con fans.

«Era un chico estupendo que todos apreciábamos. Decíamos que era como Roberto Benigni en La vida es bella», dice Cristante.

Gracias al arquero y amigos como el empresario Luis Gasca Domínguez, dueño de la constructora Procomi, Mario tuvo un primer contacto con la alta sociedad mexiquense.

Una tarde, el gobernador saliente César Camacho encabezó un acto en la Unidad Deportiva Filiberto Navas. El argentino se acercó a regalarle una playera oficial del River Plate que el mandatario se puso de inmediato y con la que recorrió las instalaciones.

Ser parte del Club Toluca permitió a Mario codearse con la clase política local. La institución social y deportiva fundada por Carlos Hank González es paso obligado de los gobernadores en turno. Arturo Montiel -quien antes de gobernar el estado jugaba ahí al tenis- asumió la dirigencia estatal del PRI en el Salón Rojo del club, el mismo lugar donde en los 90 encabezó otros actos del partido.

Cada lunes, futbolistas, socios del club y políticos eran convocados por el socialité argentino Diego Dapozzo a reuniones para comer asados. Asistían personajes como el comentarista de TV Azteca Christian Martinoli, el técnico Ricardo La Volpe o el ex alcalde de Toluca Alejandro Ozuna, hoy subsecretario de gobierno estatal. Futbol, política y negocios se entrelazaban en charlas de las que Mario participaba.

El argentino desarrolló un olfato para las relaciones públicas que le dejó beneficios. Pudo, entre otras cosas, conseguirle trabajo al neuquino Avelino Gutiérrez -amigo de su papá-, quien viajó desde La Patagonia para volverse funcionario del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios. En meses, con su simpatía y destreza, Mario había ampliado como nunca su espectro social.

«Ambicioso programa para impulsar el tenis de mesa en Toluca», era el título de una nota del diario toluqueño Portal: Palacios buscaba convertir en "actividad masiva" al ping-pong. Para ello, contaba con el apoyo de la alcaldía dirigida por el panista Juan Carlos Núñez. «Lo más importante es que tenemos el apoyo del municipio de Toluca -declaró Mario a esa publicación-, el proyecto va a comenzar en las escuelas primarias, se fabricarán mesas de cemento por lo menos en cincuenta escuelas, los chicos podrán jugar en el recreo tal y como lo hacen con el futbol, sólo que será un poco más ordenado».