Todo ser humano, a lo largo de su vida, siente la necesidad en algún momento de estar consigo mismo a solas, en total intimidad y con plena discreción. Tal es el caso de cuando va, como dicen vulgarmente por ahí, a tirar el miedo, o bien, a liberar a la nutria (¡guácala, qué naco!).

Sin embargo, no siempre se puede hacer lo propio en las mencionadas condiciones de pudor y reserva. A veces, la urgencia biológica del cuerpo nos apremia, desde lo más profundo de nuestras entrañas, con su llamado impostergable. ¡Y ni modo!, ahí donde nos encontremos, debemos buscar un baño para liberar el organismo de lo que ya no requiere.

Por ello, aquí te ofrecemos una lista de las peores cosas que te pueden ocurrir en un baño ajeno, desde el lujoso váter de tus suegros hasta la pestilente cuasi letrina del mercado.

1. Un clásico entre los clásicos: te encuentras en el baño de alguna familia refinada (en casa de tu jefe, por ejemplo), y luego de los rigurosos 20 minutos de labores y pujanzas, descubres con horror que no hay papel. Con la pena…

2. Otro suceso común es cuando en un baño público te abren la puerta y te encuentran con expresión de sufrimiento, en la posición natural en estos casos: parando un penal. Ni chance te dan de reaccionar y decir “está ocupado”.

3. Todos los mingitorios del planeta deben tener un tamaño estándar, pero por alguna extraña razón, hay ocasiones en que no es así. El mentado orinadero no está a la altura de las circunstancias: o te paras de puntitas para alcanzar o doblas un poco las corvas porque te queda muy chaparro.

4. No hay situación más penosa que encontrarse en casa de algún conocido, con el que no tienes mucha confianza, y tapar el baño con esos méndigos troncotes que te salieron quién sabe de dónde.

5. En el baño de la chamba, suele suceder muy a menudo que te encuentras a un compañero y aprovechas para perder el tiempo ahí. Mientras se lavan las manos, te arrancas a hablar mal de alguien, sin darte cuenta que ese alguien está ahí en el trono. ¡Qué mala onda!, más si se trata del jefe.

6. Hay ocasiones en que ya no te aguantas, por más que te quedas quietecito sin moverte. Un hilo de sudor muy frío surca tus sienes y, de súbito, un retortijón de los mil diablos te avisa ¡que ya!, ¡donde caiga! Entonces vas al baño más cercano y… ¡horror al crimen! Está tan sucio, que debes echar mano de todo tu repertorio de acrobacias para salir avante: en posición “c” con diez grados de dificultad, de aguilita, de tiro al blanco, viendo al techo…

7. Una cosa muy angustiante que te puede suceder es que vayas al one, two, thrree (¡córrele, que te alcanzo!) y, después de concluir triunfalmente la operación, te quedes encerrado. En ese caso, más te vale tener buenos pulmones para gritar lo más duro que puedas y pedir ayuda; de lo contrario, tendrás que esperar con resignación a otro más que le ande del cuerpo para que vaya y te saque de ahí (jeje).

8. Nada tan angustiante como que te ande de las aguas en la chamba y recorras todo el edificio de la empresa sin que puedas encontrar un solo baño disponible: uno lo están limpiando (por más que le ruegas al empleado de intendencia, nomás no se apiada de ti), otro está descompuesto, otro más, ocupado por alguien que está leyendo el periódico y no tiene pa’ cuándo salir.

9. A quién no le ha tocado sentir esta vergüenzota: que el baño esté junto a la sala (de un departamento chico de ésos donde todo se oye) y afuera haya invitados, sin música mediante ni algún otro sonido que disimule los ruidos cacofónicos que brotan desde el fondo de tu ser.

10. Vas a una reunión en la casa de algún cuate, y luego de esperar a que se desocupe el baño, de pronto se abre la puerta de éste y sale una tierna viejecita (la abuelita de la casa) que de paso te sonríe. Entras y… ¡válgame el Santísimo! ¡Qué Hitler ni que sus cámaras de gas! Se aflojan tus piernas, te lloran los ojos, te falta la respiración… todo por culpa del tufo asesino.

En fin, aquí termina este inventario, amigo chilango, pero seguramente hay algo más que puedes decirnos al respecto. Ándale, desahoga tu alma y platícanos: ¿qué vergüenzas has pasado en baño ajeno?

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