En los 14 días de las vacaciones de Semana Santa, el sol promete obsequiar al medio millón de visitantes de México, Estados Unidos y Canadá todo el calor que cabe en la imaginación. Pero el promedio de 35 grados no impide que algunos sí estén cubiertos: gorras o cascos, chalecos antibalas, camisas de manga larga y un abundante parque de armas y municiones. Desde temprano, camiones descubiertos del programa México Seguro, con agentes de la Secretaría de Seguridad Pública federal, recorren los 8.5 kilómetros de la Costera Miguel Alemán y las playas. Aferrados a sus armas de alto poder, en el operativo vacacional se mezclan con los chiquitos que cargan salvavidas y cubetas para sus castillos de arena, con señores y señoras en shorts que trasladan itacates tremendos o con los spring breakers que juegan y se desnudan.

La colección de corporaciones es multicolor: Policía Preventiva, Policía Preventiva Ecológica, Policía Auxiliar, Policía Rural, Policía de Tránsito, Grupo de Tarea Relámpago. En el mar, la Capitanía de Puerto y, sobre la arena, la Armada. Más de 2,000 elementos, como para tener en orden cada rincón de la ciudad.

Y es que Acapulco, una ciudad con casi 1 millón de habitantes, consume cantidades industriales de droga. La plaza se la disputan, banqueta a banqueta, Los Zetas, brazo armado del Cártel del Golfo, y Los Pelones, célula del Cártel de Sinaloa. Normalmente la droga se expende en las narcotiendas —existen 5,000 en cálculos de la PFP, y en ellas se generan ganancias diarias de 5 millones de pesos—, negocios cuyo giro oficial es, desde luego, cualquiera menos la droga. Sobre los muros de la ciudad, en los costados de los camiones de pasajeros, el gobierno de Guerrero convoca a la sociedad: «La delincuencia no tiene madre ni padre ni familia, pero tú si.» Proporcionan un teléfono y una página de internet para hacer denuncias. Pero el procedimiento no da confianza: cuando llamo, pide mi nombre, teléfono, domicilio.

En el centro de la ciudad, frente al mercado, la Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo (UMAN), oficina destinada a las denuncias anónimas, también llama al pavor. En la fachada, una bandera nacional hecha jirones ha sido enrollada con alambre. Adentro, un policía con una ametralladora es quien brinda asesoría.