Ilustración Chema Skandal

Alberto ChimalUnos fans de los ovnis, muy
entusiasmados, le contaron a un amigo de la nueva oleada de naves
extraterrestres:
-Ovnis cruciformes -le dijeron-. ¡Con
forma de cruz! Pasan tres o cuatro veces al día arriba de la casa de aquí de
Julián…
-Y tienen luces así, al frente, atrás y a
los lados. O sea, como cruz.
Mi amigo suspiró. Luego puso una cara que
no voy a describir.
-Son aviones -dijo-. Cada cierto tiempo
cambian las rutas de los que llegan al aeropuerto. Tú vives por ahí, ¿no?
Los fans de los ovnis pusieron caras que
tampoco voy a describir.
-Pero tenemos fotos -dijo uno-. Sacamos
video.
-¿No serán ovnis cristianos? -dijo
Julián-. ¡No son redondos como los otros! Son como… cruz…
Las leyendas urbanas se propagan porque
hay quienes creen lo que les digan… En una reunión, veíamos un videoclip de
Luis Miguel en la tele. Alguien comentó:
-Ya está en la decadencia, ¿no?
Como el tema no me interesa, me dieron
ganas de fastidiar:
-Bueno -dije-, acuérdate de lo que le
pasó en los ochenta.
-¿Qué le pasó?
-¿No supiste? Que lo congelaron. Algo le
dio y lo pusieron en una cámara criogénica para que se aliviara. Por eso se
tardó tanto en salir el Ahora te puedes marchar, su disco del 88…
Dije el título de una canción y no de un
disco, y dije el primer año que se me ocurrió, pero hablé con tanta seguridad
que nadie me contradijo. Además, lo de la criogenia era una leyenda urbana que
sí circuló en los ochenta…
-Sí, ¿verdad? -dijo alguien-. Decían que
no quedó bien…
-Míralo en el video -seguí yo- cómo se le
cae el párpado derecho. Es por la criogenia…
A Luis Miguel no se le cae un párpado,
pero una amiga se acercó a la pantalla, se le quedó mirando y dijo: -¡Sí es
cierto!
Otra: -¡Se le cae, lo tiene caído!
Alguien más: -Claro, con razón las tomas
casi nunca le toman ese ojo…
Y los demás se acercaron también y
quedaron convencidos de que Luis Miguel tenía caído el párpado, que le temblaba
(le parpadeaba, dijo alguien)…


Así empezó una leyenda urbana: hace años,
Raquel (mi esposa) trabajaba en unas oficinas de Coyoacán y le pidieron que
sacara algunos centenares de copias. Era un día feriado. En algún momento otra
mujer llegó, encendió la segunda copiadora, sacó dos hojitas y se fue. Muy
ecológica, Raquel apagó esa segunda copiadora. Poco después, Dos Hojitas
regresó y dijo, muy indignada:
-¿Por qué me apagaste la copiadora? ¿No
ves que tarda media hora en calentarse?
Raquel no quiso decirle que fue su idea:
-Me dijeron -mintió. Y cuando Dos Hojitas
le preguntó quién le había dicho, Raquel, para protegerse, inventó algo con la
idea de que sonara (me dice) «genérico y confuso»: -Fue uno de los vigilantes…
Un tipo no muy alto, no muy gordo, un poco moreno, de camisa blanca… No le vi
los pantalones porque estaba del otro lado del mostrador…
Dos Hojitas se fue a vigilancia a
reclamar. Y regresó pálida.
-Que el único vigilante que era así se
murió el año pasado -dijo.
Dos semanas después la historia circulaba
por todo el edificio. En un elevador, Raquel escuchó a dos mujeres (ninguna de
las cuales era Dos Hojitas) decir:
-¿Cuál fantasma de la copiadora?
-Dicen que era un vigilante muy
responsable, que siempre venía de camisa blanca, que se murió creo por algo que
pasó con un aparato eléctrico y que se aparece donde las copiadoras. Le dice a
la gente que las apague. Y además nomás se le ve la parte de arriba: no se le
ven las piernas…

Alberto Chimal ha sido confundido varias
veces con un zombie. Como no siempre ha podido desmentir ese infundio, el rumor
de que hay un muerto viviente en la ciudad prevalece.

Columna, Chimal, dimensión desconocida,
el fantasma de las copias, Chilango 76, marzo 2010.