Después de la alegre conmoción que nos causó El secreto de sus ojos (Campanella, 2009) nos quedamos con más ganas de cine argentino. Algo tienen los cineastas de este país que nos inquieta y aunque no todas las películas salidas de allí tienen el mismo nivel que ésta (ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en la pasada entrega) vale la pena hacer una revisión temprana para que cuando venga el siguiente golazo cinematográfico tengamos ya un pequeño contexto y sepamos por dónde nos llegó la pelota.

La historia del cine argentino es muy similar a la nuestra: desde hace veinte años a todo le llaman “Nuevo Cine Argentino”. Particularmente a las producciones que se realizaron desde principios de los 90, cuya generación (como la nuestra) abrió brecha con esfuerzos individuales en una industria dolorosamente apolillada. Uno de los primeros directores sonados en muestras latinoamericanas fue Carlos Sorin, quien dirigió Historias Mínimas en 1986 y que más tarde nos traería esa pequeña maravilla, El Perro (2004), donde cuenta la historia de un vendedor de cuchillos artesanales de la Patagonia y Le Chien, un dogo argentino que se convierte en su medio de supervivencia y finalmente en su única compañía. La pampa como una metáfora del recorrido humano que muchas veces se debe hacer en soledad. Una modesta historia en donde Sorin no incurre en folclorismos, donde la precariedad económica se dibuja con dignidad.

De las primeras películas que llegaron a México para público que sigue las Muestras y los Foros fue Pizza, birra, faso de (Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, 1997)

Aunque en esta no sale Ricardo Darín (el actor que ahora se volvió famoso en Hollywood por esa sublime interpretación de la que tanto depende El Secreto de sus ojos), una buena forma de seguir la trayectoria del cine argentino es revisando sus películas. Imperdible con Darín como protagonista es Nueve Reinas (2000) del director Fabian Bielinsky, que cuenta la historia de dos estafadores y que tiene un final sorpresivo. Los planos secuencia de las persecuciones son todo un curso de cine y el guión se da la maña para entrever los bajos fondos de la sociedad argentina actual.

Otras tres con Darín que son un must: la divertida El Hijo de la Novia (Campanella, 2001); XXY (Lucía Puenzo 2007) que cuenta la historia de una persona intersexual en la adolescencia; y sobre todo Kamtchatka (Marcelo Piñeyro, 2001), una bellísima historia situada en el periodo de la dictadura militar argentina, vista desde los ojos de los niños. Darín hace del padre activista y tiene una actuación realmente memorable mientras juega con sus hijos el juego de mesa donde defiende la región de Kamtchatka, un último refugio de dignidad que sirve de metáfora hacia la resistencia política.