En una ciudad donde nada es gratis, donde la gente vive en paranoia constante y donde hay que palparse el bolsillo a cada rato para ver si no te han dado baje con el celular, parecería imposible pensar que un grupo de idealistas apostaran por una biblioteca donde no existen las membresías y que además se queda montada toda la noche sin vigilancia alguna. Pero ¡oh sorpresa!, este lugar existe y los libros amanecen en el mismo lugar.

Ellos son los Mensajeros Urbanos y tienen ya un tiempo creando iniciativas altruistas que desafían la idea tan arraigada de que los mexicanos somos corruptos y rateros.

Hace tiempo, por ejemplo, pusieron una “Tiendita de la confianza”, que tampoco contaba con vigilancia. Podías tomar un producto y el precio estaba a la vista. Aunque parecía una locura destinada al fracaso, para sorpresa de muchos, nadie robó. Hubo quien incluso llegó a poner dinero sin llevarse productos.

Pues los mensajeros Urbanos volvieron a hacerlo, esta vez montando una biblioteca improvisada en Avenida Juárez 58, afuera de un edificio abandonado donde alguna vez estuviera el cine Variedades.

Pintaron algunos guacales de colores llamativos, pusieron en ellos los primeros libros (donados por los iniciadores de la idea) y colocaron las reglas en un lugar visible:

  1. Busca un libro que ya no uses y dónalo
  2. Toma uno para leer. Cuando termines, ven y regrésalo
  3. Escribe en el libro la leyenda “Libro donado, prohibida su venta”.

La idea sonaba disparatada. ¿Sobreviviría el proyecto?

Desafíos y pruebas superadas

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Huacalitos (Mensajeros Urbanos)

Los primeros problemas los encontraron con los policías, quienes les dijeron que no podían instalarse en la vía pública con fines comerciales. Ellos les hicieron ver el carácter gratuito de la biblioteca. “Pero están obstruyendo la vía pública”, contraatacaron.

Sin embargo, al estar pegados al muro, la obstrucción era mínima. Cuando se dieron cuenta de que iba a ser más fácil dejarlos en paz con su locura que quitarlos de ahí, incluso se involucraron y los apoyaron dándose sus vueltas, para vigilar que la gente no se llevara las cosas durante la noche. Pero no fue necesario. Desde el 28 de marzo hasta finales de abril, nadie ha tomado libros sin dejar algo a cambio. El experimento una vez más prosperó contra toda expectativa.

Para Isaac Salum, uno de los Mensajeros Urbanos, la clave del éxito del proyecto es que no tiene filiación partidista ni fines comerciales: “Considero que la gente ayuda porque siente que es algo propio y cercano. Si le pusieras encima el logo de la Ciudad, o de algún partido político, la reacción de la gente es diferente”.

Sobre sus motivaciones para haberse convertido en un mensajero, recuerda: “Soy maestro de primaria, donde doy clases de música y ajedrez. También hago diseño gráfico por mi cuenta. Pero si me preguntas en qué momento me decidí a cambiar las cosas, fue cuando hace tiempo, siendo maestro de prepa, me llegaban alumnos con armas y con drogas. Entonces dije: ‘Ya estuvo’. Comencé a hacer acciones de filantropía. Llevé obras de teatro como regalo de Navidad en los ejidos y también villancicos a las penitenciarías. Creo que es importante resaltar el altruismo, que también es una forma de amor”.

Libros libres

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Historia

Entre los libros que más donan y también los que más dejan, están los de ciencias naturales. Otros de los grandes favoritos, son las novelas.

Los responsables de este proyecto insisten en no olvidar escribir en la primera página del libro que es una donación, para evitar que se lucre con ellos. “Pero la biblioteca nunca se ha quedado vacía. Poco a poco ha ido creciendo. La gente entiende que no se trata de un proyecto del que nadie saque beneficio económico y se ha sumado con gusto”.

Si tú quieres donar un libro a la #BibliotecaUrbana y de paso ver si te interesa algún título para llevártelo a casa, puedes encontrarlos sobre Avenida Juárez, casi frente al Hemiciclo a Juárez. También puedes consultar su página en Facebook, donde suben las diversas acciones que emprenden y también comparten contenidos de interés general:

¡Tú también puedes ser un mensajero urbano!