Todos en algún momento nos hemos sentido enamorados de la escuela en la que estudiamos; a veces nos encariñamos tanto que, sencillamente, nos negamos a egresar de la institución académica que nos ha visto crecer (en ciertos casos, envejecer) y nos convertimos en fósiles sin remedio.

De tal modo, si eres de los que aman los colores, las insignias, el lema y las instalaciones de su alma máter, y se aferran a ella como un niño a su mamila, es posible que seas uno de esos seres anquilosados que engordan la estadística del Sistema Educativo Nacional.

Para salir de dudas, te presentamos este listado de las 20 cosas que dirán si eres, fuiste o te estás convirtiendo en un fósil de la escuela. Comenzamos:

1. Conoces los nombres, con todo y apellido, de los directores anteriores al actual.

2. Eres un maestro, ¡qué digo maestro!, ¡doctor!, ¡erudito! (o eructito, dijera Homero Simpson), en eso que los programas de estudio llaman “tronco común”.

3. Todos los empleados (personal docente y administrativo) te conocen y te saludan por tu nombre.

4. Cuando entras al salón, los de nuevo ingreso piensan que eres el maestro y te hablan de usted.

5. En los changarros de los alrededores (tienditas, fondas y cantinas) eres toda una leyenda viva.

6. Tus ex compañeros ahora son tus profes y tienes el honor de ser su adjunto.

7. Tuviste el honor de inaugurar las canchas de básquet y eres el alumno con el récord más grande de veintiunos jugados.

8. En tu historial académico, en lugar de calificaciones (10, 8, 6, 5…) aparecen letras que sólo tú, y nadie más que tú, entiende: MB, B, S, NA.

9. Agarras la parranda con tus profesores y aguantas más que ellos.

10. La profesora de la materia más difícil fue tu quinta novia, pero… ¡cuando era alumna!

11. Eres el primero en organizar las novatadas.

12. Algunas de las materias que debes ya no existen, o bien, se llaman de otro modo.

13. Eres el único estudiante que puede entrar a la escuela sin mostrar la credencial.

14. Tu primer acto porril fue secuestrar un camión de la extinta Ruta 100.

15. De todos los escolapios, sólo tú tienes credencial para votar (con un 03 que exige renovar el documento).

16. Tu número de cuenta comienza con un chochérrimo “noventa y tantos” (año en que ingresaste a la escuela).

17. Apareces en todas las fotos generacionales que adornan el “salón de la fama” escolar: desde “Generación 1995-1998”, hasta la actualidad.

18. Tus carnales y primos menores, o incluso tus hijos, ya son tus compañeros de banca en el salón.

19. Los porros te ven como a un sensei y el director te invita las frías cuando requiere algún servicio (asesoría política, mítines de apoyo, grupos de choque…).

20. Si vas en la UNAM y participaste en la última huelga estudiantil… ¡uy!, ¡eres el rey de los fósiles!

Así las cosas, agarra confianza y cuéntanos la neta: ¿eres fósil o sólo un estudiante enamorado de su escuela? ¿Conoces a alguien así?

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