Decadencia, sexo, droga y mucho alcohol en estas recientes novelas que relatan cómo el mundo de las letras puede estar bien fumado.

Señorita Vodka

Susana Iglesias, Tusquets, novela, $198.

Calificación chilanga: cuatro estrellas

La Señorita Vodka sobrevive de los tables pero también de las letras. Es una mujer de los bares de Hollywood Boulevard y los prostíbulos de Eje Central, y hace malabares con sus aspiraciones de escritora y su trabajo como teibolera casi de manera intencional. A travésde cartas, recuerdos, y un montón de vodka, conocemos sus historias de amor, pero sobre todo de desamor con Judas, Mike, Dave, W y García. Personajes que la maltratan, pero por los que también se deja maltratar: “La violencia viene en muchas envolturas: desde la indiferencia o un golpe. Sólo alguien que la quiere, como estos hombres, podría soportarle sus desplantes”, afirma Iglesias. A la pregunta de por qué elegir vodka y no otro alcohol, Susana asegura que es fuente de vida: un vasito en la mañana y otro para dormir, siempre en las rocas.

El club de los abandonados

Gisela Leal, Alfaguara,novela, $279.

Calificación chilanga: dos estrellas

En su primera novela, Gisela Leal nos presenta a Roberto y Camilo, protagonistas de esta historia de alcohol, “caspa del diablo”, mujeres, tarjetas con crédito ilimitado, viajes y matrimonios arreglados. La escritora utiliza a Semi, un personaje omnipresente que narra los excesos de estos “juniors” que buscan encontrar su lugar en la vida a través del poder y la decadencia. La autora, finalista del premio Alfaguara por este texto, hace referencias a la cultura pop, como a Elliott Smith, la mansión Playboy y el programa E! True Hollywood Story, elementos que ayudan a contextualizar a los personajes. Sin embargo, el libro tiene más de 600 páginas, algunas de ellas de más, ya que está lleno de descripciones que no aportan. Además, el recurso de Semi se desgasta y sus intervenciones irónicas terminan siendo forzadas.

Mis mujeres muertas

Guillermo Fadanelli, Grijalbo, novela, $219

Calificación chilanga: tres estrellas

Domingo pasa su tiempo ebrio y entre sus delirios recita pasajes de novelas rusas y habla con “sus mujeres muertas”. Ellas, las personas más importantes de su vida, murieron con poco tiempo de diferencia: Sara Mancini, su madre, enterrada contra su voluntad, y Sara K, su mujer, fallece de manera misteriosa. Los hermanos de Domingo le encomiendan colocar una lápida a la tumba de la madre –referencia biográfica porque el propio Fadanelli tardó tres años en llevar la losa a la tumba de su progenitora–. Mientras decide cuándo cumplirá “la misión”, el alcohol se convierte en el salvavidas de sus días cada vez más mediocres. También encuentra apoyo en Isolda, una joven con la que conversa como si lo hiciera con sus Saras, “a fin de cuentas, todas las mujeres son una misma mujer”.