Acostumbrados, como estamos, a escuchar que México es tierra de buenos comediantes, llama la atención que alguien haya decidido traer a Andrés López desde Colombia para presentarse aquí. En un afán por contrarrestar el posible desconocimiento de su trabajo, su mercadotecnia apeló a su popularidad en las redes sociales y nos lo presentó como el mejor latinoamericano en la modalidad de stand up comedy.

Quizá ambas apuestas son innecesarias, porque hay comediantes que si bien no son igual de populares en internet, sí son masivamente conocidos por la TV; y otros podrían disputar el título del mejor en esta modalidad debido a su dominio de escenarios internacionales (como otro López, George, el mexico-estadounidense famoso en la TV gringa y poco conocido por acá). Y ojo, decimos innecesario porque después de ver su trabajo creemos que hay poco que decir: el colombiano es magistral.

Andrés López no tiene que recurrir a las alusiones sexuales burdas (o sus ramificaciones, como el doble sentido) ni a tabúes para arrancar carcajadas. Su fórmula es más bien sencilla: una mofa de los estereotipos latinoamericanos, de las diferencias generacionales y el aprovechamiento de una herramienta sorprendente, su cuerpo.

Desde la proyección de la energía hasta un registro vocal tan amplio que le permite imitar voces y samples musicales, López es protagonista, escenografía y producción al mismo tiempo. Y este dominio subsana el esporádico uso de jerga colombiana que puede obstaculizar su comprensión. De hecho, por momentos basta con la pura energía para generar la empatía.

López estará en México solo tres días, con diferentes shows, y es una buena opción para divertirse el fin de semana.