Escrita y dirigida por Eduardo Pavez Goye, esta obra presenta una veintena de personajes en distintas escenas que no parecen tener ningún hilo conductor, excepto quizá por un insistente parloteo en torno a la imposibilidad de vivir del arte, las crisis creativas, el amor y la muerte: temas que sin duda están en la obra de Chéjov –la obra se anuncia como una reescritura a partir de La gaviota–, pero que en esta puesta en escena deslucen tristemente ante sus formas inconexas y superficiales.

Los distintos personajes están interpretados en cada escena por los mismos tres actores (Itari Marta, Hamlet Ramírez y Verónica Bravo), sobre un escenario con piso de madera y ventana donde “llueve” como una alegoría bastante plana sobre los desencuentros que ocurren en escena.

Quizá la peor idea es que el director, contra toda lógica teatral en un foro tan pequeño como el Shakespeare, añade dos micrófonos que cuelgan del techo al centro del escenario. El resultado es un desastre: los actores, confiados en los altavoces para proyectar su voz, olvidan que cuando se alejan del micrófono no se les entiende ni una palabra.

la metáfora de las aves

Foto: Cortesía

Por lo demás, el texto es efectista y, a veces, vociferante; los actores, especialmente la simpática Verónica Bravo, hacen lo mejor que pueden con estos personajes filósofos, que saben todo de sí mismos y que no contienen el menor trazo de misterio para el espectador.

Una obra con algunos destellos de sensibilidad, pero fallida en mucho más de un sentido.

Foro Shakespeare, vie 20:30 h, $360, del 12 de mayo al 25 de agosto