Los que no conocen Torre de Castilla se están perdiendo algo bueno. Su fachada, que con sus muros de piedras simula un castillo, le da un bonito estilo medieval. Adentro, la mezcla de materiales como la piedra, la madera, las vigas y el hierro crea un ambiente cálido.

De las paredes blancas cuelgan utensilios de hierro, característicos de la cocina española, ristras de ajos y jamones de pierna que invitan a probar un buen jabuco. Todo con muy buen gusto.

Es inevitable sonreír al ser recibido en la entrada por las chicas con sus faldas de Castilla, tal vez demasiado alegres y folklóricas para un ambiente tan sobrio.

En este lugar los padres de familia serán felices si van en fin de semana con sus hijos, ya que podrán dejarlos en la guardería del primer piso, confiados de que sus niños estarán en buenas manos hasta que regresen por ellos. Las ocho cuidadoras les darán de comer y jugarán con ellos.

El servicio es excelente. Los meseros conocen a la perfección cada platillo de la carta y pueden dar muy buenas recomendaciones.

La carta propone una variedad grande de platillos, desde mariscos y pescados en todas sus expresiones hasta lechón asado o cordero, carnes emblemáticas de Castilla.

Debes probar la sopa verde de mariscos. La mezcla de perejil, cilantro, caldo de mariscos y aceite (ni creas que es una sopa ligera) da como resultado un caldo espeso y perfumado. Además, los camarones, calamares y trozos de pescado están cocidos a la perfección, por lo que tienen una consistencia suave.

También la fabada asturiana está muy bien preparada, con habas tiernas cocidas en su jugo, tocino y morcilla que le dan un sabor fuerte, como para dejar a cualquiera sin hambre.

La paella de mariscos, con su arroz crujiente y jugoso a la vez, es una maravilla. Los mariscos frescos y tiernos le dan un perfume exquisito a este tradicional plato español.

Cualquier catalán estará de acuerdo con que la crema catalana es suculenta. Su consistencia y su sabor son perfectos, ya que combinan la cantidad justa de maicena, huevos y vanilla.

Los precios son elevados, pero uno se da cuenta de que no está pagando de más al ver las porciones que sirven. Definitivamente, Torre de Castilla es un restaurante para los amantes de sabores fuertes a los que no les preocupa mucho cuidar su peso.