A media cuadrita de la Catedral encuentras este elegante restaurante mexicano de estilo colonial y manteles blancos, que además es el único en el Centro que cuenta con una enoteca para morir.

Su ambiente bohemio se presta para venir tanto con la familia, como con los cuates o hasta para una junta de negocios. Los platillos que destacan siguen siendo los tacos Rosarito, tacos de rib eye, las carnitas de pato y el famoso sol azteca (platillo de mariscos). Aunque, la estrella del lugar en definitiva es el chile hojaldrado.

Aquí se regodean en sus 180 etiquetas de vinos nacionales e internacionales, provenientes de todos los rincones del mundo, en una cava con temperatura y humedad controladas.

Para terminar, el chocolate y la concha con nata son muy recomendables. Está cariñosón pero la comida, la bebida y el ambiente histórico valen mucho la pena.