Por Mariana Camacho (@MarianaCamacho)

La carta de este restaurante es una propuesta osada: una colección de antojitos y guisos mexicanos en presentación gourmé –más estilizados que los que comerías en un mercado– de diferentes regiones del país. Sin embargo, su apuesta está más centrada en la ubicación del lugar –pleno centro de Coyoacán, entre trovadores, tríos y otros “talentos”– que en la comida.
De sus aciertos: los tamalitos que, aunque son guarnición, te recomendamos pedir como entrada; de plátano macho con frijoles (estilo chiapaneco) y de elote. También hay un plato de sopecitos con tlacoyos mixtos, que no falla. Fuera de las botanas, hay otras buenas intenciones pero con resultados menos afortunados, como las costillitas bbq perfumadas (literal, con un atomizador) con una salsa sobrecargada y una sopa tarasca con caldillo de frijol al que le falta punch.